Alfredo Saavedra

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Periodista y escritor guatemalteco residente en Canadá, trabajó en periodismo activo por 50 años, cubriendo prensa, radio y televisión. Ha publicado los libros de poesía: Declaración Jurada y Recursos de la evasión; en relato Historias de iniquidades y Generalidades y otras maldades; en teatro El Condenado; en interpretación histórica El Color de la sangre y en novela Miércoles de pasión.

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Alfredo Saavedra

Desde Canadá.— La disposición del gobierno de Estados Unidos con la imposición de mayores impuestos a una crecida cantidad de importaciones, en una escalada de competencias, en particular con la República de China, en acción extendida a Canadá, tradicional aliada del coloso de Norteamérica, y a varios más países que incluyen a los de la Unión Europea y otros, está conduciendo al peligro de una amenaza para la paz en el mundo, conforme lo han expuesto expertos en política internacional.

El presidente Donald Trump advirtió que su país era un perdedor en el intercambio comercial internacional, lo que es interpretado por analistas como una visión parcial del gobernante sin un razonamiento equitativo que estuviera basado en una política convencional desde que inició su ofensiva para castigar a países exportadores hacia Estados Unidos con la imposición de mayores gravámenes.

En ese contexto Ray Washburne, alto oficial estadounidense de la Corporación para Inversiones Privadas en el Extranjero OPIC, advierte que Pekin, «está sobrecargando la deuda de los países pobres», opinión que figura en una publicación en la que se percibe una defensa de Washington al estimar que China tiene una próspera economía que la coloca en posición ventajosa con respecto a Estados Unidos, con lo que se deduce una justificación de la política de imposición de impuestos en un esfuerzo por nivelar las fuerzas de poder económico. Sin embargo el gobierno de Beijing revierte en su favor esa posición y asegura su disposición de corresponder a los niveles en la medida que los Estados Unidos mantenga su ofensiva arancelaria, aunque declaró su deseo de que la administración Trump actúe con sentido común y ponga un alto a su política de imposición progresiva de impuestos.

Aunque la controversia entre esas dos grandes potencias parezca separada de las preocupaciones de la opinión pública de Guatemala, donde con razón se vive un momento conflictivo con la reaparición de la violencia política, asunto ya enfocado con propiedad por columnistas de este espacio de opinión y que requiere de la atención que ha puesto esta semana la Asociación de Periodistas de Guatemala APG a través de un acertado pronunciamiento. La denominada guerra de las tarifas, al final, si no es que pase a proporciones de una real guerra, sus efectos se harán sentir en los países no comprometidos en ese debate, pues los impuestos incidirán con alzas de precios y por consiguiente un aumento en la pobreza, pues se convierte en realidad la fábula de que «El pez grande siempre se come al pequeño».

La tal guerra de las tarifas, ha derivado en un conflicto que de no ser la gravedad que implica parecería un juego para medir fuerzas entre dos gigantes, porque resulta hasta ridículo el grado de competencia en que se han enfrascado. La administración del presidente Trump, tomó la iniciativa de crear esa escalada de impuestos sobre las importaciones, en momentos en que todo daba la impresión de caminar bastante bien en la política internacional. El colmo es que tras un tira y afloja entre China y Estados Unidos, cuando este último impuso un gravamen de $50 millones sobre las importaciones del país asiático, China respondió con una medida paralela, pero luego tras un aumento progresivo de un suma y sigue, durante las últimas semanas, la administración de Trump anunció que impondría un nivel de billones de dólares en tales impuestos de importación desde China, lo que parece estar poniendo las cosas a un grado de hervor muy peligroso y que puede conducir a extremos de comportamiento que no convienen no solo a ninguna de las partes en disputa, sino a todo el conglomerado mundial que aspira a una convivencia pacífica.

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