En medio del ambiente preelectoral, el Congreso se dispone a revivir el transfuguismo por medio de una reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP), que presentó el diputado del bloque Movimiento Reformador (MR), Luis Hernández Azmitia, quien en varias ocasiones ha recurrido en esta práctica.

Ante la intención del Organismo Legislativo, el analista político independiente, Xavier Soria señala que este tema debe mantenerse en constante debate, sin embargo, resalta que este Congreso no es apto para aprobar esas modificaciones.

POR HEDY QUINO
hquino@lahora.com.gt

¿Qué riesgos se corren de revivirse el transfuguismo?

La depuración de la clase política se debe hacer desde las urnas; sin reformas profundas es más difícil lograrlo. En 2015 ese fue uno de los retos más grandes, hacer reformas más profundas que afectará a la forma de cómo se hace política en este país, cómo se arman proyectos políticos. Eventualmente se hace una depuración vía el voto. Entonces uno de los riesgos sería que podríamos volver a ver a algunas personas bastante cuestionables otra vez en el Congreso.

Se habla que el transfuguismo debilita y daña la democracia. ¿Qué opina al respecto?

En un sistema como el que tenemos, donde es muy opaco conocer quiénes son los candidatos a diputados, las personas votan de manera “balanceada”, votan por un partido en el Congreso y por otro para la Presidencia, creyendo que de esta manera habrá un mejor control. Y que los diputados a quienes eligieron se cambien de camiseta, están traicionando a la persona que le dio su voto, desde esa perspectiva hay una violación de los principios de democracia y de la demanda del voto.

¿Cómo podría evitarse la aprobación de esta polémica reforma?

Los recursos legales en materia de conflicto de intereses deben estudiarse, de ahí serán las Cortes las que decidan.

Sin embargo, los ciudadanos deben dejar claro su postura sabiendo que si de todas maneras esto se aprueba no se debe bajar la guardia, al contrario, se debe tener claro a quiénes hay que depurar del sistema. Lo que ayudaría es tener un listado de aquellos a los que no se les debe dar el voto.

¿Cree que existe el suficiente contra peso en el Congreso para evitar esta aprobación?

El Congreso actualmente ni siquiera es un sistema de pesos y contrapesos. No vemos una dinámica de oficialismo versus oposición o un oficialismo en un multipartidismo funcional. Lo que hay es una brasilización del Congreso, en Brasil es difícil lograr consensos para realizar grandes cambios.

Es probable que no se llegue a aprobar este tema, pero también es claro que los intereses de los diputados se conjuren y egoístamente decidan aprobarlo.

¿Considera que este es un buen momento para discutir las reformas al transfuguismo? Tomando en cuenta que nos encontramos en un año preelectoral.

Ese debate no debiese terminar, es algo que se debe discutir de manera constante, una de las buenas reformas que quedó de 2016 es revisar los mecanismos de ley después de los procesos electorales, y eso está bien, porque las sociedades cambian, las dinámicas del voto cambian. La preocupación debe ir encaminada en buscar legitimidad y gobernabilidad en los ejercicios electorales.

Si el debate es maduro, no hay mal momento para no tener esa discusión. De hecho es buen momento para tenerlo ahora, porque la oferta electoral podría abrazar esas demandas que surjan de esa discusión.

¿Y para aprobarlos?

Este Congreso no creo que sea bueno para que las apruebe. Algunos asesores de bancadas legislativas dicen que en este Congreso “entra un caballo y sale un burro”. No hay certeza que al ingresar una propuesta no sea desvirtuada.

No podemos confiar en estos diputados, no hay un mecanismo para presionarlos a que aprueben las propuestas tal como fueron presentadas por la ciudadanía.

Por ejemplo, la discusión sobre las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos que lideró la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), fueron dirigidas a su conveniencia, colocaron barreras más altas para que nuevas organizaciones políticas se sumaran a los procesos electorales.

Se debe tener el debate, más no la aprobación, e incluir en esta discusión a la clase política emergente, que esta la lidere de cara en las próximas elecciones.

¿Considera que esta reforma demuestra que el país no ha cambiado desde el 2015?

Irse a los extremos es peligroso, ese discurso “de ya cambió” implica que ya no volverá a cambiar, pero decir que “no cambió” es una mentira grande. Lo que pasó en 2015, aún no tenemos claro cuáles fueron las implicaciones. Pero ese cambio se va a reflejar en los futuros años, no se va ver de inmediato.

Era poco realista creer que con las protestas el país iba a cambiar, cuando tenemos problemas estructurales tan grandes, tenemos una sociedad construida desigualmente, donde hay sectores excluidos en la toma de decisiones.

Era imposible que cambiara con unos casos de corrupción, esto era apenas el síntoma. Pero eso no significa que debemos tener un pensamiento derrotista.

Por lo menos ahora tenemos una ventana abierta de cambio en el que se refleja la lucha contra la corrupción.

¿Revivir el transfuguismo podría cerrar esta ventana?

Sería demasiado fatalista decir que esto lo cerraría, no creo que esto pase, pero si lo complica de alguna forma. Pero hay que entender que esto no lo teníamos antes de 2015.

En las elecciones de 2015 surgieron proyectos políticos distintos, que se crearon bajo mecanismos más transparentes, por ejemplo, el movimiento Semilla ha hecho más público su proceso de creación. En este país se necesita no solo de expresiones de izquierda sino de una derecha legítima, que en democracia puedan expresar sus ideas.

Decir que esta ventana se va cerrar completamente por el transfuguismo no es posible, pero es importante dar la batalla y apoyar a los sectores que lo están haciendo.

¿Por qué este tipo de temas no genera indignación en la ciudadanía?

Preguntarse cada vez por qué no se puede replicar lo de 2015 es trivializar este acontecimiento, lo que pasó en 2015 no va volver a pasar, no hay que romantizarlo. Replicarlo es casi imposible.
Pero esto no significa que la ciudadanía ha bajado la guardia. Si la ciudadanía regresa a la plaza seguramente lo hará con otro pensamiento distinto al de 2015.


¿Qué se debate en el Congreso?

En 2016, el pleno de diputados aprobó prohibir el transfuguismo y castigar aquellos diputados que recurrían a esta práctica, dejándolos fuera de buscar la reelección.

La modificación que se hizo en ese entonces a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) regula el transfuguismo. Actualmente esto dice la nueva disposición.

“Artículo 205 Ter. Del transfuguismo. Se entenderá por trasfuguismo el acto por el cual un diputado renuncia a un partido político, habiendo sido electo o cuando ya está ejerciendo el cargo, mediante sufragio universal, para un período, y estuviere designado en uno de los órganos establecidos, automáticamente cesa en el cargo del órgano del Congreso que integrare, el cual será asumido por un diputado del partido representado; el renunciante no podrá optar a ningún cargo dentro de los órganos del Congreso de la República”.

“Queda prohibido a las organizaciones políticas y a los bloques legislativos del Congreso de la República recibir o incorporar a diputados que hayan sido electos por otra organización política.

La iniciativa que presentó Azmitia busca suprimir el artículo en mención. Sin embargo, la Comisión de Asuntos Electorales, sala que conoció esa propuesta, la modificó y la dejó de la siguiente manera:

Artículo 1. Se reforma el segundo párrafo del artículo 205 Ter, el cual queda así:

“Queda prohibido a las organizaciones políticas y a los bloques legislativos del Congreso de la República recibir o incorporar a diputados que hayan sido electos por otra organización política, prohibición que será aplicable por tres años a partir de realizada la elección general.”

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