El asesinato de Juana Raimundo, joven de 25 años, juvenil activista social del área de Quiché, ha provocado variadas reacciones y condenas porque el hecho apunta a que estamos de vuelta en ese pasado nefasto de crímenes brutales cometidos como actos de represión que quedaban generalmente impunes. No puede Guatemala permitir que se produzca ese brutal retroceso y se tiene que exigir con toda firmeza la investigación del crimen no sólo para aplicar la justicia, sino para establecer su origen que, al momento, hace pensar en el retorno a esos crímenes en los que se reprimió brutalmente a toda clase de dirigentes y activistas en el país.
Aparte de rechazar expresiones cínicas e insensatas que rayan en lo burdo de gente que sostiene que como la víctima estaba vinculada con CODECA el hecho se explica por sí solo, al punto de que en algunos casos hasta lo justifican quienes hacen uso de distintos medios de comunicación electrónica, es fundamental que las autoridades procedan con toda diligencia y rapidez en la investigación del asesinato.
Creemos que es un caso en el que se debe invocar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para asegurar que este crimen no sea una violación de tales derechos y lo mismo vale para demandar el acompañamiento de la ONU con sus instancias de protección. No digamos de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala porque este nuevo crimen se suma a otros que han ocurrido en semanas recientes contra personas que tienen algún nivel de participación en distinto tipo de movimiento sociales, y a estas alturas todos esos crímenes siguen sin ser debidamente investigados.
Si se estima que alguien ha realizado acciones al margen de la ley o perjudiciales para derechos de terceros, lo correcto es que se hagan las denuncias correspondientes pero jamás, léase bien, jamás se puede justificar un crimen brutal como el asesinato de esta joven mujer que fue, además, torturada por sus asesinos.
El gobierno debe mostrar su interés en aclarar rápidamente lo ocurrido para demostrar, por sobre todas las cosas, que Guatemala no está de vuelta en la época en que los crímenes políticos eran parte de la represión en contra de particulares. No se puede siquiera imaginar que el país esté retornando a ese pasado trágico y, por lo tanto, es vital que se pueda esclarecer lo ocurrido y de esa manera evitar que la zozobra y el temor se propague como ocurrió en las épocas del terror que marcó a nuestra sociedad por tanto tiempo.