Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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En los Acuerdos de Paz se buscó desmantelar aparatos que fueron creados o pervertidos durante el Conflicto Armado Interno o que se utilizaron tanto para recopilar información como para reprimir a la población y mantener control institucional, no sólo sobre opositores sino sobre toda una gama de funcionarios y políticos. El ejercicio del poder hace que muchos piensen que es indispensable ejercer control sobre la población y para ello se utilizan distintos mecanismos ilegales, algunos de los cuales engolosinan a las más altas autoridades que, con su uso, se sienten en verdad todopoderosos.

Allá por los años 70, bajo el argumento de la necesidad de ejercer control sobre las aduanas por temas de seguridad nacional, se creó un grupo militar en el Ministerio de Finanzas que llegó a ser sumamente poderoso, tanto como para llegar no sólo a tener el control de las aduanas, sino también del contrabando. En esos años la Policía Nacional se convirtió en brazo importante de la lucha contrainsurgente y allí operaron aparatos clandestinos dedicados tanto a eliminar adversarios políticos como a propiciar la limpieza social. No digamos el Estado Mayor Presidencial que estaba formado para brindar protección y seguridad a los gobernantes, pero que derivó en un centro de espionaje y represión de primer orden que luego, ya con los gobiernos civiles, se tornó en el eje para mantener controlados a los gobernantes utilizando las más variadas artes, desde la explotación de sus miedos hasta la exaltación de sus vicios. El Ejército siempre tuvo, como es natural, sus servicios de inteligencia que en la guerra fueron extraordinariamente poderosos y que llegaron a tener control prácticamente de todo lo que ocurría en el país.

Todo ello fue abordado en los Acuerdos de Paz para crear un nuevo clima al terminar el Conflicto Armado y de esa cuenta se plantearon cuestiones como la creación de la Policía Nacional Civil, un nuevo esquema también civil para la protección de los gobernantes, la creación de sistemas de inteligencia ajenos a las fuerzas armadas y la profesionalización del análisis de la información recabada. Se destaparon casos como el del contrabando en la llamada red Moreno, de la que Alfredo Moreno era apenas un operador de otros poderes, y hubo más interés social para vigilar abusos y excesos del Estado.

Pero todo ello parece ir de retroceso ahora porque la SAAS es un remedo de lo que se creó tras los acuerdos, los servicios de inteligencia se han propagado hasta entre particulares que espían a medio mundo, renacen grupos dentro del régimen tributario que recuerdan aquel viejo control en las aduana, y se rompe el proceso de profesionalización de la Policía Nacional Civil, en tanto que el análisis estratégico y la recolección de información vuelve a ser instrumento para perseguir y acosar a opositores, como en los viejos tiempos del conflicto.

Se habla mucho de que este gobierno no tiene norte ni idea de lo que es gobernar y puede que eso se aplique cabalmente al gobernante, pero quienes lo controlan y lo usan sí tienen un plan definido de retomar el control que existió antes de la firma de la paz y lo hacen de manera sistemática y precisa. A eso urge ponerle atención.

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