Francisco Cáceres Barrios
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Gran revuelo causó que un grupo de ciudadanos haya dispuesto reunirse para conversar acerca de la posibilidad de montar una plataforma distinta dispuesta a transformar Guatemala, cuando desde hace ya bastante tiempo no una columna de opinión, ni un medio, ni un grupo, sino una millonaria cantidad de personas hayamos estado deseando contar con más y mejores opciones de propuestas políticas para dirigir los destinos de la nación, que nos permitieran soñar el día en que nuestro país contara con un mejor gobierno, después de tantos malos que nos ha tocado ver, vivir y padecer a lo largo de nuestra historia, en especial la reciente.
Todo parece indicar que la licenciada Thelma Aldana fue la persona que logró conjuntar al grupo que recientemente se reunió por razones de seguridad en El Salvador, lo que según he podido percibir causó buena impresión, aunque como siempre no faltó quien saliera diciendo que ella utilizó el Ministerio Público para satisfacer sus intereses políticos. Criterio por demás desacertado, pues si yo acepto un cargo público, cualquiera que fuere y durante el desempeño del mismo demuestro hacer un trabajado honrado, capaz y eficiente ¿no me he ganado el sobrado derecho de luchar por satisfacer mis aspiraciones de progresar, aspirando a ocupar otro cargo de mayor importancia y jerarquía, incluso satisfaciendo mayores exigencias?
Negar esa voluntad y deseo de superación personal sería igual a matar las aspiraciones de cualquiera que luche por su propia superación y, a la vez, aceptar que una vez terminado el período o tiempo no pueda ocupar otro cargo, sino emigrar a otra parte, como que si hubiera fracasado en la misión y meta que me impuso el mismo cumplimiento de sus deberes y obligaciones.
Para cualquiera resulta más que deprimente apreciar que la persona que desempeñó el cargo de Fiscal General y Jefe del Ministerio Público de manera eficiente y puntual ahora esté siendo atacada, solo porque antes ocupó un cargo público a satisfacción personal y de una gran cantidad de conciudadanos y ello le impida cristalizar sus sueños de vivir mejor en la sociedad que la vio nacer y que encima del inmerecido señalamiento, se le señale que durante el período en que desempeñó el cargo lo haya hecho como “campaña electoral anticipada” y sobre todo, haber mal empleado su tiempo en otros menesteres y no los propios del trabajo que antes desempeñaba. Aceptar o consentir algo así sería más que una injusticia y una total contradicción, pues con ello tácitamente se estaría permitiendo que, para optar a otros cargos públicos solo lo puedan hacer los que hayan sido deshonestos, incompetentes e incumplidores de sus deberes.