Por Guillermo Nova
La Habana
Agencia (dpa)
El reconocimiento de la propiedad privada y del papel del mercado en la economía son algunos de los cambios que se incluyen en la propuesta para el nuevo texto constitucional cubano que dará un respaldo a las reformas económicas que inició Raúl Castro para garantizar el futuro del sistema político.
Sin el gran apoyo económico del aliado venezolano, que vive una crisis política y económica, y con la hostilidad del republicano Donald Trump desde la Casa Blanca, la economía cubana se ve en la encrucijada de mejorar sus discretos resultados económicos.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, anunció ayer que durante el primer semestre del año el Producto Interno Bruto (PIB) creció un 1.1 por ciento respecto al mismo período anterior.
«No por discreto deja de ser alentador, en medio de tantos factores adversos», afirmó Díaz-Canel en un discurso televisado desde el Parlamento.
Para el 2018, el Gobierno cubano tiene previsto crecer un dos por ciento en su PIB, mientras que la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL) ha sido más moderada y ha pronosticado tan solo un alza del uno por ciento para este ejercicio.
«A Díaz-Canel se le va a medir por cuán capaz es para poner a Cuba en un camino económico viable», aseguró a dpa el académico cubano Arturo López-Levy, profesor de Estudios Internacionales en el Gustavus Adolphus College de Estados Unidos.
La preocupación por la economía quedó patente cuando el sábado, al anunciar Díaz-Canel cuál sería su primer Consejo de Ministros -hasta entonces tenía el heredado de la etapa de Raúl Castro-, los grandes cambios se produjeron en la esfera económica.
Ricardo Cabrisas dejó la cartera de Economía aunque permanecerá como vicepresidente del Consejo de Ministros, y le sucederá su mano derecha y hasta ahora viceministro primero, Alejandro Gil.
Cabrisas fue el gran artífice de negociar las deudas internacionales de Cuba y consiguió un histórico acuerdo con el Club de París por el que le condonaron a La Habana 8 mil 500 millones de dólares de los 11 mil que debían los cubanos desde la década de 1980.
Pero en el ámbito nacional su desempeño no era tan brillante y el país cerró en 2016 con una caída del PIB del 0.9 por ciento, lo que significó su primera recesión en 20 años.
La otra sorpresa fue la gran ausencia de la reunión parlamentaria de Marino Murillo, considerado el zar de las reformas económicas y el encargado hasta ahora de anunciar a la ciudadanía el rumbo que tomaban los cambios.
Murillo fue el artífice de reformas durante el mandato de Raúl Castro (2008-2018) como la autorización a la compra y venta de casas y automóviles o la entrega de tierras en usufructo a los campesinos.
Sin voluntad de realizar cambios políticos, las reformas económicas por ahora tendrán líneas rojas y no se tocará el acceso garantizado a servicios públicos como la salud y la educación, que son las grandes banderas de la Revolución.
Pero la nueva Constitución sí abre la posibilidad de cobrar por algunas cirugías plásticas o por cursos universitarios de postgrado, algo hasta ahora impensable.
El proyecto de nueva Carta Magna, que ahora deberá ser discutido en los barrios y las empresas y después ser respaldado en un referéndum, busca reflejar la visión gubernamental de pasar de la insostenible equidad de la época soviética a la igualdad de oportunidades.
El académico López-Levy señaló a dpa que la prosperidad económica del país será una «condición imprescindible para que se pueda creer en lo de un socialismo cubano, próspero y sostenible».
Pero el pragmatismo de las reformas económicas chocaba con la proclama de la actual Constitución de la aspiración del pueblo cubano al «avance hacia una sociedad comunista».
Durante el debate algunos diputados plantearon su preocupación al ver que la eliminación del término significaba abandonar las esencias del sistema, aunque el Partido Comunista de Cuba se mantendrá como el único legal en la isla.
«Esto no quiere decir que renunciamos a nuestras ideas, solamente que en nuestra visión pensamos en un país socialista, soberano, independiente, próspero y sostenible», señaló Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional para tranquilizar a los diputados. El término será eliminado según acordaron en la reunión parlamentaria.
«Estamos ante una reforma total en el marco de los principios que establece el socialismo», aclaró a los diputados Homero Acosta, el secretario del Consejo de Estado, que ha sido el arquitecto de las reformas institucionales en la isla.
Tras aprobar los diputados la reforma del texto, Díaz-Canel pidió la participación popular en los debates y el respaldo al nuevo texto constitucional «para que la institucionalidad se fortalezca y con ellos el modelo económico y social».
En el ámbito económico, el exembajador cubano Carlos Alzugaray señaló a dpa que los grandes retos que tiene por delante el presidente Díaz-Canel son la unificación monetaria de las dos monedas que circulan en el país junto al desarrollo del sector no estatal, incluyendo no sólo el cuentapropismo sino también la pequeña y mediana empresa.