Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Surgen algunas voces que claman por una reactivación económica que es tan necesaria en el país, pero que en las condiciones que atravesamos actualmente resulta insuficiente porque lo que en realidad necesitamos es reactivar el país y un componente de ello es la economía.
Una Guatemala capaz de promover inversiones y generar empleo requiere de reglas claras garantizadas por un sistema de justicia depurado, un Congreso legislando para el pueblo y un gobierno que haga algo más que atacar a la CICIG. En otras palabras, necesitamos derrotar las perversas intenciones de quienes desean consolidar la dictadura de la corrupción para tener un futuro.
Y digo que necesitamos reactivar el país más que solo la economía, porque en estas condiciones esfuerzos aislados terminan siendo insuficientes si no somos capaces de oprimir las teclas correctas y necesarias para encausar el rumbo.
Reactivar la demanda, fortalecer la lucha contra la corrupción para que los investigadores puedan actuar sin interferencias (especialmente las oficiales aunque no son las únicas), que la justicia llegue a ser, por una vez en la era democrática, verdaderamente independiente, que la certeza empiece por reglas claras que eviten el origen de la falta de certeza (soborno, tráfico de influencias, etc.) y que tengamos líderes que piensen en el país más que en sus propios intereses y miedos.
Estamos en una época de hechos más que palabras, pues he venido diciendo que las últimas terminan quedando cortas en este momento tan definitivo en la historia del país y unas cuantas acciones no nos vendrían nada mal pues reactivar implica que debemos retomar las reformas al sector justicia que tanta oposición tuvieron cuando había menos aceptación de que la ruta que llevamos es la equivocada. Un esfuerzo así nos debe incluir a todos (los que tenemos oportunidades, los que no las tienen, los grandes negocios o los pobres sin expectativas).
Reactivar requiere una demanda enérgica para que no exista impunidad y porque el futuro no se construya sobre los vicios del pasado; reactivar requiere que la piedra angular de nuestros vicios (el financiamiento electoral) no quede tipificado de una manera que invite a delinquir y que las penas no queden como una invitación a delinquir con garantía de impunidad.
Reactivar significa que nos aseguremos que el Congreso se pueda renovar (aunque no abrirán los listados) porque al menos 76 diputados tránsfugas serán afectados por algo que ellos mismos aprobaron sin medir la consecuencias, como mucho de lo que hacen.
La reactivación económica, la generación de oportunidades y la inversión en la gente son vitales, pero nunca serán plenamente posibles y hasta efectivas sin hacer los ajustes necesarios en temas de transparencia y ejecución, rendición de cuentas, servicio civil e inversiones clave en salud, educación, justicia y seguridad.
Sin tener esos debates de país, cualquier reactivación será insuficiente y será pretender “hablar bien de un camello que está moribundo por dentro”, parafraseando al presidente Jimmy Morales. Necesitamos tener las discusiones duras, pero vitales y solo así podremos no solo lograr una reactivación integral sino un curso distinto, mejor, más prometedor y con más ilusión.
Reactivar implica demostrar con hechos concretos que somos capaces de construir confianza, alcanzar acuerdos, ejecutarlos y cumplirlos.