Por Gabriel Tuñez
Buenos Aires
Agencia (dpa)
Un paisaje similar a la sabana africana, con pequeños bosques entre grandes extensiones de pastizales y un clima subtropical fue el escenario en el que vivieron los primeros dinosaurios hace más de 200 millones de años en lo que actualmente es Argentina, convertida en una de las reservas de fósiles más importantes del mundo.
Los continentes todavía estaban unidos en un único supercontinente llamado Pangea. En Sudamérica, por ejemplo, no existía la Cordillera de los Andes. «Podíamos pasar caminando hacia África», dijo el científico Ricardo Martínez, investigador del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de San Juan (IMCN).
Martínez fue uno de los miembros de un grupo de paleontólogos que halló semanas atrás, aunque recién se conoció el lunes, los restos fósiles del primer dinosaurio gigante que habitó la Tierra hace más de 200 millones de años y cuya dimensión superaba tres veces el tamaño de otros animales similares de la época conocidos hasta el momento.
El descubrimiento, publicado en la revista internacional Nature Ecology & Evolution, ocurrió en el yacimiento de Balde de Leyes, situado al sudeste de la provincia de San Juan y a unos 1 mil 100 kilómetros al oeste de Buenos Aires, un lugar en el cual los científicos encontraron desde 2015 unos 500 fósiles de dinosaurios y otras especies.
Es, dijo Martínez a radio Universidad de Córdoba, una extensión cuya «geología se encuentra al desnudo»: no hay selvas que oculten los restos fósiles, lo que facilita el trabajo de los paleontólogos.
«Argentina -agregó el investigador- se encuentra entre los países que están dando más conocimiento en paleontología de vertebrados».
Los científicos llamaron Ingentia prima (Primera gigante) al dinosaurio identificado por sus restos, un herbívoro que habitó en el período Triásico, que convivía con especies carnívoras y reptiles voladores, aunque todos de menor tamaño al suyo.
El hallazgo le permitió a los investigadores tener «una nueva mirada sobre la magnitud de la explosión evolutiva que tuvieron los dinosaurios» en Argentina, una condición que explica «el éxito que tuvieron durante el resto de su era», evaluó el científico Diego Pol, del Museo Egidio Feruglio (MEF) de Trelew.
Pol había participado años atrás del estudio que presentó, hasta el momento, al dinosaurio más grande del que se tenga conocimiento, el Patagotitan, que medía casi 40 metros de largo, un cuello de 12 metros de alto y un peso de 70 toneladas.
El Patagotitan, hallado en un campo de la provincia patagónica de Chubut, vivió hace poco más de 100 millones de años y podría pertenecer a la familia de Ingentia prima.
En ambos casos, su característica principal es el desarrollo de un «gigantismo extremo», una estrategia evolutiva de supervivencia y una forma de defensa ante los depredadores.
«Para alcanzar el gigantismo, Ingentia prima debió adaptar su fisiología y desarrollar un aparato alimenticio eficiente para poder cubrir el requerimiento energético de un animal de ese porte», detalló Pol en declaraciones a la Agencia Ciencia, Tecnología y Sociedad, de la Universidad Nacional de La Matanza.
Además de la sanjuanina Balde de Leyes, los científicos argentinos hallaron restos de unas 40 especies de dinosaurios en la últimas tres décadas distribuidas en más de un centenar de reservas fósiles a largo del territorio, desde la norteña provincia de Salta hasta la Antártida.
Allí, un grupo de científicos halló en diciembre pasado los restos de un reptil marino carnívoro que vivió hace 150 millones de años. El plesiosaurio hallado superaba los seis metros de longitud y fue localizado en un mar congelado en un excelente estado de conservación, donde se espera que puedan surgir más descubrimientos.
«San Juan, tierra de dinosaurios», promociona la provincia situada al pie de los Andes. «Neuquén, tierra de gigantes», ofrece el distrito patagónico a los turistas.