Juan Antonio Mazariegos

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Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos G.

La copa del mundo de fútbol nos pone cada cuatro años un tema común de conversación, sea que lo amemos o lo odiemos, el fútbol y sobre todo el mundial, parece no dejar ajeno a nadie y vamos cambiando, conforme avanza el torneo y nuestros favoritos continúan o van siendo eliminados, sonrisas o caras largas, dejando de lado preocupaciones personales o del País, para dar espacio a identificarnos con los acontecimientos de equipos, entrenadores y técnicos que pasan a transformarse en héroes o villanos, personales y universales.

Un par de segundos que pueda tomar a Mbappé posicionarse y ejecutar un preciso y hermoso taco, da para horas y horas de tertulia y comentarios e innumerables artículos deportivos y programas de televisión que desgranan y analizan el cerebro, la cintura y el pie del joven jugador, su intención, inteligencia, visión y condiciones, con un detalle que el mundo no dedica a ninguna otra cosa. El Neymar challenge o reto de Neymar arrasa en redes sociales, castigando, menos mal, las exageraciones del brasileño que no contaba con el VAR para vigilarlo y poner en evidencia la fragilidad de su arte dramático. Y no hay quien no tenga hoy un conocido croata o en un futuro cercano no vaya tener un pariente que está por nacer que con suerte llevará el nombre de Luka o Iván, o con poca fortuna como nombres los apellidos de Brozovic o Vrsaljko.

La pelota y el pie que originaron la palabra en inglés, football, se sacudieron hace mucho tiempo la simpleza de su origen y del primer mundial disputado en Uruguay en 1930 queda muy poco, como se evidencia en las dimensiones del actual show o evento de entretenimiento que viven y siguen millones de personas en incontables plataformas y con utilidades que hacen palidecer al presupuesto nacional de muchos países.

Putin peleó y apostó por su mundial, no porque le encantara el fútbol, en Rusia no es un deporte popular, pero siempre son útiles los héroes y quien sabe, en unos años puede llegar a tener seguidores, impulsado por su correlona selección, a pesar de que no era esa la apuesta principal. El objetivo claro del país organizador y que logró con creces, era llevar a Rusia ante los ojos del mundo, contando con una vitrina como ninguna otra, en donde pudiera demostrar su grandeza, poderío y capacidad.

De todos los elementos que conforman el mundial, no hay dos más distantes o extremos que aquellos que representan, por un lado, la multimillonaria, todo poderosa e independiente FIFA y por el otro, la ilusión, el anhelo y los sueños de cualquier niño de Montevideo, Lisboa o de Guatemala, realidades tan distintas que precisamente por eso se complementan y necesitan, la primera para nutrirse de seguidores y consumidores y la segunda para llenarse de esperanza de un día vivir en persona, su propio sueño de estar en un mundial de fútbol.

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