SANTIAGO DE CHILE
AP
Un fiscal de Chile detuvo hoy a un sacerdote que a comienzos de año denunció haber cometido abusos sexuales a menores en medio del escándalo que afecta a la Iglesia Católica local por encubrir por décadas las agresiones a menores de edad.
El excanciller del arzobispado de Santiago y párroco de una comuna popular, Óscar Muñoz Toledo, 56 años, fue detenido por la policía, que actuó por orden del fiscal Emiliano Arias, quien indaga a otros 14 sacerdotes de la diócesis de Rancagua, en el sur, por participar en una red de abusos y compra de favores sexuales.
Se trata del primer cura activo detenido por sus vinculaciones con abusos sexuales desde que en marzo último estalló la crisis que envuelve a la Iglesia chilena luego de conocerse un informe ordenado por el Papa, que dejó al descubierto que la Iglesia Católica vive desde hace décadas “una cultura de abusos y encubrimientos”. De comprobarse la culpabilidad de Muñoz, no todos sus crímenes estarían prescritos –como la mayoría de los abusos de curas conocidos hasta ahora– por lo que podría ser condenado a una pena de cárcel.
Muñoz se autodenunció a comienzos de enero, poco días antes de que el Papa Francisco iniciara una visita oficial de tres días por Chile que le dejó un sabor amargo y le significó críticas locales y extranjeras por defender al obispo Juan Barros, señalado por víctimas de abusos sexuales de encubrir abusos a menores, a los que trató de calumniadores.
Barros fue formado por el cura Fernando Karadima, hasta ahora el mayor sacerdote pedófilo conocido localmente.
El padre de uno de los agredidos por Muñoz declaró en enero que su hijo era menor de edad cuando sufrió “un par de manoseos, caricias, nunca hubo sexo, pero sí provocaciones o insinuaciones para que así fuera”.
La detención de Muñoz se produce un mes después de que el fiscal Arias ordenara allanar la diócesis de Rancagua, 80 kilómetros al sur de Santiago, y el Tribunal Eclesiástico del Arzobispado de Santiago, donde incautó material escrito.
El escándalo de la Iglesia chilena llega al extremo de que sus 31 obispos pusieron sus cargos a disposición del Papa Francisco en mayo, mientras estaban en Roma convocados por el Pontífice y luego de un demoledor documento que les leyó, donde entre otras cosas, les dijo que causaron más daños a las víctimas al no acogerlas, que se destruyeron pruebas comprometedoras y que estaban centrados en sí mismos, no en los fieles.
Hasta ahora el Papa Francisco ha aceptado la renuncia de cinco obispos, dos de ellos formados por Karadima.