Por Fernando Duclos
Porto Alegre/Curitiba (Brasil)
Agencia (dpa)
Luego de una jornada caótica y confusa, el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva continuaba hoy preso al entrar la noche en una celda de Curitiba, debido a que un juez canceló la orden para dejarlo en libertad que había emitido otro magistrado.
Las diferentes circunstancias que se fueron sucediendo a lo largo del día y que otorgaron protagonismo a tres jueces que hasta ahora sólo habían tenido un papel muy secundario en la situación de Lula motivaron que en importantes medios locales se hable de una «anarquía judicial» en torno al caso del exmandatario.
La palabra final, sin embargo, llegó apenas antes de las 20:00 horas (23:00 GMT). Ante un conflicto de competencia entre dos jueces de similar jerarquía, Thompson Flores, presidente del Tribunal Regional Federal Cuarto (TRF-4), determinó que el exmandatario debe continuar en prisión.
Según la decisión de Flores, la competencia del juez que se ocupa de la situación de Lula (Joao Gebran Neto) debe prevalecer por sobre la de Rogério Favreto, quien había aceptado el «habeas corpus» para que Lula fuera liberado.
El pedido de «habeas corpus» había sido presentado el viernes por la noche, pasadas las 19:00 horas, por diputados del Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Lula, en el TRF-4, con sede en Porto Alegre. En enero, esa misma corte había condenado al exlíder sindical a 12 años de prisión.
En lo que se estima que fue una acción premeditada, y debido a lo retrasado del horario de presentación del recurso, el «habeas corpus» quedó bajo la jurisdicción del juez Favreto, quien estaba de guardia por el fin de semana y, según varios medios, en el pasado fue afiliado al PT.
Favreto decidió hoy a las 9:05 horas la aceptación del «habeas corpus», por el cual Lula, quien gobernó Brasil entre 2003 y 2010, debía quedar en inmediata libertad. El PT y otras agrupaciones celebraron la medida.
La decisión de Favreto le permitía a Lula permanecer en libertad hasta tanto todas las apelaciones posibles contra su condena fueran rechazadas. Además, el «habeas corpus» reparaba en los derechos de movimiento que el político posee en tanto precandidato presidencial.
Sin embargo, apenas pasado el mediodía y cuando el PT ya se estaba quejando de la demora en la liberación, el juez Sergio Moro, encargado de los juicios de primera instancia en la megacausa conocida como «Lava Jato», emitió un despacho en el que señalaba que Favreto no era competente en el caso.
Moro se encontraba oficialmente de vacaciones hasta el 31 de julio, pero interrumpió su descanso para emitir el primer comunicado contra la concesión del recurso. Según el diario «O Globo», incluso, llamó dos veces por teléfono al jefe de la Policía Federal (PF) para que no liberen a Lula.
Unos minutos después, Favreto expidió su segundo comunicado del día, reafirmando su decisión y advirtiendo que el incumplimiento de la medida acarrea una «responsabilidad de orden judicial».
Entonces, hizo su aparición el juez Gebran Neto, quien es el encargado de fiscalizar la situación de Lula en el caso que lo condenó. En su despacho, el magistrado desautorizó las órdenes de Favreto y le pidió a la PF que se abstuviese de llevar a cabo la liberación.
Una vez desautorizado el pedido de Favreto, y con la libertad de Lula otra vez lejana, líderes del PT salieron a repudiar la decisión. Gleisi Hoffmann, senadora por la agrupación, señaló: «Con estas medidas, quebraron el estado de derecho».
Durante la tarde, además, y a medida que la confusión iba en aumento, manifestantes a favor y en contra de Lula comenzaron a reunirse en diferentes puntos del país y también en Curitiba, la sureña ciudad del sur en donde se encuentra preso el ex presidente, de 72 años.
A las 16:12 horas, por tercera vez en el día, Favreto ordenó la libertad de Lula, pero esta vez en el plazo máximo de una hora. «Reitero el contenido de las decisiones anteriores determinando el inmediato cumplimiento de la medida de la excarcelación», refería la misiva del juez.
El período de tiempo establecido por el juez se cumplió y, entrada la noche en Brasil, Lula continuaba en la celda. Lindbergh Farías, senador del PT, y Jandira Feghali, diputada del Partido Comunista, se refirieron a la situación utilizando la misma palabra: «secuestro».
La defensa de Lula emitió un comunicado, a su vez, en el que sostiene que Moro había direccionado estratégicamente el caso hacia Gebran Neto, para así «actuar contra la libertad» de su representado.
En medio del caos judicial, además, se sucedieron otras situaciones complejas. El grupo Abogados y Abogadas por la Democracia presentó en el TRF-4 un pedido de prisión para el juez Moro por desestimar la decisión de Favreto.
Varios candidatos presidenciales se manifestaron respecto a la potencial libertad de Lula. Marina Silva dijo que «la actuación excepcional de un magistrado durante una guardia judicial de fin de semana» no debería «provocar turbulencias políticas».
El diputado Wadih Damous, que estaba con Lula en el momento en que le avisaron que el «habeas corpus» había sido aceptado» relató la reaccón del ex mandatario con las siguientes palabras: «Sonrió, porque siempre está sonriendo. Pero no cree que vayan a liberarlo».
Según su versión, el ex presidente preguntó: «¿Ustedes creen que me van a soltar tan fácil?»
Lula fue condenado en julio de 2017 por Moro, por corrupción pasiva y lavado de dinero en el marco del «Lava Jato». A inicios de este año, en segunda instancia, el TRF-4 aumentó su condena a 12 años y en abril el líder politico ingresó a prisión.
A pesar de estar recluido desde hace tres meses, el precandidato del PT encabeza todas las encuestas de cara a las elecciones presidenciales de octubre en Brasil.