Moscú
DPA
Didier Deschamps fue el hombre que levantó el título mundial para Francia en 1998. Gareth Southgate jugó 57 partidos con Inglaterra. Roberto Martínez entrenó siete temporadas en la Premier League. ¿Y Zlatko Dalic?
El croata es el único de los cuatro seleccionadores que están en las semifinales del Mundial de Rusia que tiene un currículum discreto. Tanto de futbolista como entrenador.
Su Croacia se enfrenta el miércoles en Moscú a la Inglaterra de Southgate y un día antes chocarán la Bélgica de Martínez y la Francia de Deschamps en San Petersburgo.
Dalic, de 51 años, fue un centrocampista defensivo que nunca llegó a jugar con la selección croata. Pasó toda su carrera en clubes de Croacia y la antigua Yugoslavia.
Tras retirarse en el 2000, cinco años después inició su trayectoria como técnico en el Varteks Varazdin croata. Después pasó por Albania, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos antes de recibir la llamada de la federación croata para reemplazar a Ante Cacic en octubre de 2017.
Con él en el banquillo, Croacia logró el boleto a Rusia en el «playoff» ante Grecia. Y así llegó al Mundial, con un gran interrogante rodeándolo por su escasa trayectoria internacional.
Pero el técnico de Croacia dejó entrever en la fase de grupos un rasgo que resume sus pocos meses al frente del equipo: la inflexibilidad.
La probó en carne propia Nikola Kalinic antes del duelo ante Argentina en la segunda jornada. El delantero del Milan se negó a entrar los últimos minutos frente a Nigeria y a Dalic no le tembló la mano: lo expulsó del Mundial y lo mandó de regreso a Croacia.
«Lo tomé con calma, pero como necesito jugadores sanos y convencidos, tomé esta decisión», argumentó Dalic con frialdad en un comunicado de la federación croata. Croacia pudo quedarse con un plantel mermado, pero también más sólido y cohesionado.
No exageraba Dalic al usar el verbo «necesitar». Su apuesta por un grupo sano y unido fue el modo que encontró de suplir la falta de tiempo para trabajar mejor aspectos tácticos tras llegar al cargo en octubre, con Croacia a punto de quedar fuera del Mundial.
El hasta entonces técnico del Al-Ain de Emiratos Árabes Unidos fue una apuesta personal del histórico delantero Davor Suker, que preside la federación, para salvar la clasificación a Rusia. Y el entrenador no falló.
Pese a la falta de tiempo, Dalic cambió la cara a Croacia y la llevó, de momento, hasta las semifinales del Mundial.
«No tuvimos mucho tiempo para entrenar ni para prepararnos», explicó Dalic en una entrevista con la FIFA sobre los jugadores, «por lo que me centré en reunirme con ellos, en la comunicación y en la motivación».
Estrellas como Luka Modric lo apoyaron y Dalic hizo de esa confianza la base de su gestión: «El factor clave en la selección fue que los futbolistas y yo conectamos enseguida». Lo de Kalinic, por eso, no fue solo un capricho: fue un ataque al pilar que sostiene el equipo.
El episodio demostró también otra faceta de Dalic. A pesar de una experiencia respetable pero humilde como jugador y como técnico, carece de cualquier miedo escénico y parece sentirse incluso a gusto cuando queda en el centro de atención.
Si el miércoles derrota a Inglaterra en Moscú, Dalic recibirá más flashes que nunca en su vida. De ser un desconocido en octubre a estar a las puertas de la final del Mundial.