Chiang Rai (Taliandia),
Agencia dpa
Dramático revés en los trabajos de rescate del grupo de adolescentes y su entrenador en Tailandia: un buzo de 37 años murió al agotarse el oxígeno de su equipo durante las operaciones para sacar al grupo atrapado en la cueva, informaron hoy las autoridades.
Pese a ello, los buzos extranjeros en el lugar se mostraron optimistas de que podrán sacar con vida a los 12 muchachos y a su entrenador. «Salir buceando de la cueva sigue siendo una opción», dijo el danés Ivan Karadzic.
El rescatista tailandés, miembro de la unidad de élite, perdió el conocimiento cuando regresaba de colocar equipos de oxígeno en la cueva. Las causas del accidente se desconocen por el momento: podría ser que el equipo no funcionase correctamente o que se le agotara el oxígeno.
Su muerte hizo aumentar la preocupación de que también se pueda agotar el aire que respiran los menores, de entre 11 y 16 años, y su entrenador, de 25, atrapados en la cueva Tham Luang-Khun Nam Nang Non, en la provincia de Chiang Rai, ubicada a unos 1,000 kilómetros al norte de Bangkok.
El contenido de oxígeno en la cámara en la que el grupo se encuentra es de un 15 por ciento actualmente, por debajo del 20 por ciento habitual, informó el general del Ejército tailandés que participa en el operativo de rescate Chalongchai Chaiyakam.
Esa es la razón por la que los rescatistas quieren hacer llegar oxígeno al lugar donde los muchachos se resguardaron de una rápida crecida del agua en la cueva. Para ello intentan introducir un tubo de unos 4.7 kilómetros de largo hasta el lugar donde se encuentran los jóvenes, explicó el general Chaiyakam. «Nuestra principal tarea hoy es hacer llegar un tubo hasta la cámara para que el grupo tenga más aire para respirar», dijo.
El grupo lleva casi dos semanas encerrado en la cueva, ubicada en una región próxima a la frontera con Myanmar, en el norte del país. El rescate podría comenzar hoy, pero físicamente los jóvenes todavía están demasiado débiles, indicaron las autoridades.
El camino hasta la salida pasa por zonas oscuras, otras anegadas y puede durar hasta unas cinco horas. Los rescatistas necesitan unas seis horas para llegar hasta ellos. Los jóvenes ya han recibido las primeras lecciones de buceo para emprender la salida acompañados de un rescatistas profesional.
Sin embargo, las condiciones en la cueva, que es muy extensa, está en parte anegada y tiene muchas ramificaciones, siguen siendo confusas. La situación se agrava porque el país se encuentra en plena temporada de lluvias y los meteorólogos han pronosticado nuevas precipitaciones.
El lento camino de los rescatistas avanzó con el drenaje de agua de la cueva, dijo el buzo Karadzic, quien admite que sigue habiendo muchos puntos en la cueva que siguen suponiendo un desafío. Un problema adicional es también la temperatura del agua. Con 20 grados es lo suficientemente fría como para sufrir hipotermia «incluso con trajes de neopreno».
Los expertos no dejan de inspeccionar la parte exterior del lugar para seguir investigando otras posibilidades como la perforar una chimenea desde el exterior para sacar al grupo. Pero se desconoce cuál sería el lugar exacto para hacer esa perforación. Además, técnicamente supone un desafío enorme, pues habría que taladrar varios cientos de metros.
Los muchachos y su entrenador decidieron el sábado 23 de junio visitar la cueva al término de su entrenamiento. Se vieron sorprendidos por una tormenta que inundó la cueva, la cuarta más grande del país, lo que les hizo adentrarse buscando refugio.
Buzos británicos los encontraron el pasado lunes, tras nueve días de búsqueda.
En caso de que logren salir antes del 15 de julio, la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), organismo rector del fútbol mundial, invitó a los adolescentes y su entrenador a Moscú para asistir a la final del Mundial de Fútbol.
«Si, como todos esperamos, en los próximos días vuelven a estar con sus familias y si su salud permite el viaje, la FIFA estaría encantada de recibirles como invitados en la final del Mundial de Fútbol en Moscú», escribió el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en una carta dirigida al gremio correspondiente tailandés.