Dedovsk, Rusia
DPA
Con 1,90 metros de alto, Romelu Lukaku es uno de los delanteros más intimidantes del mundo, pero en su niñez fue él quien sintió miedo. Miedo de no superar aquella época, un miedo que se transformó en la rabia que le empujó a escapar de la amarga pobreza con una gran carrera en el fútbol.
«Cuando vi a mi madre mezclar agua con la leche, me di cuenta de que todo había acabado», contó el atacante belga en una columna para «The Players Tribune» en la que narra las penalidades de su infancia. «No teníamos dinero para toda la semana. Estábamos arruinados. No solo pobres, arruinados».
Las dificultades en la niñez marcaron la ambición del futbolista con orígenes congoleños. «Quería ser el mejor futbolista en la historia de Bélgica. Ese era mi objetivo. No uno bueno, no uno grande, sino el mejor. Jugué con tanta ambición por muchas razones. Porque las ratas corrían por nuestra casa. Porque no podía ver la Champions League. Porque veía cómo me miraban otros padres».
Lukaku, que el viernes se enfrentará con su selección a Brasil en los cuartos de final del Mundial en Samara, es desde hace tiempo el máximo goleador en la historia de Bélgica.
Su inusual columna, titulada «Tengo unas cosas que decir», la publicó el atacante de 25 años durante la disputa de la Copa del Mundo en Rusia. Pocos días después, anotó ante Túnez sus goles tres y cuatro en el torneo, su segundo doblete, algo que le unía al astro argentino Diego Maradona, el último en lograrlo en un Mundial.
Si en su niñez sufrió la pobreza, con 25 años es comparado con los grandes del fútbol. «Estaba en una misión», describió Lukaku su periplo vital.
Los números lo avalan como el mejor delantero en Bélgica. Cuarenta goles son la mejor marca nacional, 17 tantos logrados en los últimos 12 partidos.
«Este tipo lo merece todo», aseguró el capitán belga, Eden Hazard. «Trabaja duro en el entrenamiento, marca muchos goles, y ganamos partidos por eso».
No obstante, Lukaku no es un hombre incontrovertido entre los fans. El delantero del Manchester United no siempre lo tuvo fácil, a causa de sus raíces extranjeras, en una Bélgica siempre dividida.
Lukaku es un centrodelantero potente y fuerte, con un olfato especial ante la portería. Junto a Kevin de Bruyne y Hazard forma una ofensiva temible, ya que el atacante suele ser consistente aprovechando las oportunidades que le crean sus compañeros.
«Es un jugador importante para nosotros. También sin pelota», lo elogió el seleccionador, el español Roberto Martínez, cuyo equipo ha anotado 12 goles en cuatro partidos en el Mundial.
Pero para Lukaku los récords no significan nada. «¿Cuándo es un éxito este torneo? Yo pienso que cuando lo ganas», advirtió el delantero. La final del 15 de julio en Moscú es el gran objetivo que falta para realizarse a la generación dorada del fútbol belga.