Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
El día de hoy se encuentra en Guatemala el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, y viene al país en un momento clave porque estamos en medio de la crisis de los niños separados de sus familias, viviendo los efectos de la tragedia del volcán, batallando porque la dictadura de la corrupción no se instale y porque no triunfen los esfuerzos por escabecharse a la CICIG.
Muy pocas veces, en este tipo de visitas, lo que sale a la luz pública es lo mismo que se platica en privado. En otras palabras, en privado se dice una cosa y al público se comunica otra, pero por experiencia puedo decir que en ocasiones lo dicho en privado se repite en público y en eso la visita de Joe Biden en 2015 es el mejor ejemplo.
Biden fue muy duro en privado y el plan era que públicamente el discurso sería otro, pero de plano el ex vicepresidente vio algo que no le gustó para nada y entendió que solo quedarse en mensajes privados no iba a tener los efectos que su Gobierno quería y por eso en Villa Nueva (minutos antes de irse) expresó públicamente que una de las condiciones de su Gobierno era la renovación del mandato de la CICIG, porque nosotros teníamos la obligación de limpiar el sistema si queríamos dinero de los tributantes de Estados Unidos.
El alboroto fue monstruoso y eso, junto con el Caso La Línea y la presión local e internacional, hizo que Otto Pérez reculara, le dijera a su comité de análisis que diera dictamen favorable a la CICIG y procedió, por ende, con la renovación del mandato, pero para la diplomacia ese caso quedó como el mejor ejemplo de lo que no desean los receptores de los mensajes.
De tal manera que podemos prever que Pence, su equipo o la embajada darán algunos mensajes al público y entre ellos que apoyan al Gobierno de Morales, pero seguramente le condicionarán muchas cosas y le patentarán, de forma clara y categórica, sus preocupaciones por el curso que han tenido algunas cosas fundamentales (Ejército, tema de PNC y algunos otros).
Pence viene a ver de primera mano nuestra realidad y a decirnos que la gente no debe migrar, pero siendo un hombre inteligente sabe que exportamos a los nuestros por nuestra incapacidad por enfrentar las causas estructurales que generan migración y sabrá que esas están íntimamente relacionadas a la corrupción y la impunidad.
Y si tales causas estén relacionadas a lo anterior, la CICIG juega un papel fundamental y ahí es en donde está en riesgo todo el plan que lidera Morales, pero que componen muchas personas en Guatemala, consistente en eliminar a la CICIG y a partir de ahí recuperar el terreno perdido para volver al pasado. Por eso fue que Morales hizo puntos con Donald Trump y movió la Embajada de Guatemala en Israel.
Al Gobierno le puede salir el tiro por la culata, porque si Estados Unidos desea que dejemos de ser una molestia, entenderán que debemos hacer nuestros deberes y que una parte integral de eso es la lucha contra la corrupción y será interesante ver cómo el Gobierno trata de justificar su animadversión a la CICIG, al comisionado Velásquez, a la gente y la Prensa que apoya esa causa por la justicia y el fortalecimiento del Estado de Derecho.
Además, Morales debe insistir en el TPS para los que están allá y son fundamentales para ambas economías y para ello se debe gastar el capital político que tenía reservado para sus planes anti CICIG y, además, debe comprometerse a que aquí hagamos nuestros deberes y en eso la lucha contra la corrupción, que el mandatario detesta, es fundamental para evitar generarle más problemas de migración a los Estados Unidos.