Moscú/San Petersburgo
DPA
Bailó, insultó, celebró, sufrió una bajada de tensión y hasta habló con el más allá: Diego Armando Maradona vivió una noche al límite.
«Gracias, Dios», gritó el legendario exfutbolista mirando a los cielos de San Petersburgo ayer instantes después de que Lionel Messi abriera el camino de Argentina en el triunfo sobre Nigeria que mantiene vivo el sueño «albiceleste» del título Mundial.
Messi lo celebró arrodillándose en el césped y elevando las manos mientras llegaban sus compañeros para abrazarlo. Al cielo apuntó también Maradona con las suyas, pero a él no le agasajaron sus amigos: estaba tan fuera de sí que sus guardaespaldas le tuvieron que sujetar para que no se cayera del palco VIP en el que siguió el 2-1 sobre Nigeria.
De 57 años y un historial de salud más que delicado -la adicción a la cocaína le hizo coquetear varias veces con la muerte-, Maradona estaba especialmente alterado y excitado y algunos videos que circularon después por las redes y los medios mostraron al exfutbolista abandonando el palco con una bajada de la tensión arterial.
«Quiero contarles que estoy bien, que no estoy ni estuve internado. En el entretiempo del partido con Nigeria me dolía mucho la nuca y sufrí una descompensación», señaló Maradona horas después en Instagram.
«Me revisó un médico y me recomendó que me fuera a casa antes del segundo tiempo, pero yo quise quedarme porque nos estábamos jugando todo. ¿Cómo me iba a ir? Les mando un beso a todos, perdón por el susto y gracias por el aguante, ¡hay Diego para rato!», añadió.
Si antes del pitido inicial se le había visto marcándose unos pasos de baile con una nigeriana, en otro momento del partido se quedó prácticamente dormido en su asiento.
En los últimos minutos había tal tensión en el césped, que seguramente Maradona ni parpadease, temiendo la eliminación de su Argentina en la fase de grupos.
Y apareció Marco Rojo, un defensa, para marcar el gol del triunfo y devolver las esperanzas a los hinchas «albicelestes». Y, cómo no, a Maradona, el aficionado número uno, el que todos quieren ver y fotografiar.
«Putos», gritó enfervorizado tras el gol de Rojo en el minuto 86 mientras enseñaba el dedo de en medio de las dos manos. Otra vez Rojo abrazado por sus compañeros, otra vez Maradona sujetado por los guardaespaldas.
Que Maradona es uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos no hay nadie que lo ponga en duda. Ahí están los números, los goles, esa personalidad capaz de arrastrar a cualquiera, el título con Argentina en el Mundial de México de 1986…
Pero el Maradona «hincha» tampoco deja indiferente a nadie. Su hemeroteca de exabruptos y shows le va recortando el terreno a la de los goles.
Hoy podría haber un nuevo capítulo. Según medios, Maradona tomó en la noche un vuelo hacia Moscú y hoy asistirá al partido entre Brasil y Serbia en el Spartak Stadium.