Moscú
DPA

Cuando el silbatazo final confirmó la victoria de México 1-0 sobre Alemania, la actual campeona, en el debut de ambos en el Mundial de Rusia, la afición mexicana inició un festejo acorde a las circunstancias y sin fecha de caducidad.

«Es algo histórico, todavía no puedo creerlo, la verdad es que hasta que no terminó yo seguía pensando que no iba a pasar, que no podía estar pasando ganarle al campeón», aseguró a dpa un hincha mexicano a la salida del estadio Luzhniki en Moscú, donde se llevó a cabo el duelo.

«Yo hoy no paro, no voy a parar de festejar hasta que nos corran (echen) del estadio, ahorita vamos a ir a la Plaza Roja y espero que ahí nos quedemos hasta mañana, hasta el siguiente partido, si se puede», añadió.

Los aficionados del «Tri» ganaron en todos los aspectos ayer en la capital rusa. En la previa del duelo, la «marea verde» de mexicanos contagiaba de fiesta los alrededores del estadio y organizaba cánticos clásicos incluso con los locales contra Alemania.

Y hasta los alemanes que se encontraban cerca se contagiaban del ambiente, sin saber que estaban cantando contra sí mismos.

Ya en el interior de Luzhniki, donde hubo unos 78 mil aficionados, los aztecas eran mayoría y lo hacían notar en cada momento. Primero en los abucheos para el anuncio del once alemán. Luego, cuando llegó la hora del himno mexicano.

Con el partido en marcha, los gritos en favor de México eran muy superiores al de los alemanes, poco organizados, que quedaban opacados por la omnipresencia mexicana de camisetas verdes y relegaban a los teutones a ondear sus banderas en uno de los fondos del recinto.

El gol de Hirving Lozano en el primer tiempo desató la locura. Usando el ritmo de la canción «Seven Nation’s Army», de la banda «The White Stripes», los fanáticos se rindieron al autor del gol, que debutaba en Mundiales, cantando su nombre una y otra vez.

Pero la más evidente fue la euforia del final: el campeón había caído y México consiguió, de acuerdo con Rafael Márquez, que disputa el quinto Mundial de su carrera y es el gran líder del vestuario mexicano, la victoria más importante en la historia del Mundial para México.

Conscientes del logro conseguido, el éxtasis en las tribunas señaló el final del partido. Con el clásico cántico del «Cielito Lindo», que en uno de sus principales versos enuncia «Canta y no llores», los mexicanos se abrazaron y tiraron sus vasos de cerveza al cielo.

«El viaje a Rusia ya valió la pena. Yo venía a ver el partido pero sin mucha esperanza de que hiciéramos algo. Con esto me voy a quedar unos días más», contó a dpa Marco, un aficionado que viaja desde Monterrey, en el norte del país.

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