Por JULIE PACE,
WASHINGTON
Agencia AP
Sin dar mayor importancia a la indignación de los republicanos, el presidente Barack Obama anunció el jueves una amplia gama de medidas ejecutivas de largo alcance en materia migratoria que evitarán la deportación de casi 5 millones de personas que viven de manera ilegal en Estados Unidos y que enfocarán los esfuerzos en «delincuentes, no en las familias».
Las medidas, que benefician mayormente a padres de familia y jóvenes, representan los cambios más grandes a las fracturadas leyes de inmigración del país en casi tres décadas y preparan el terreno para un áspero roce con los republicanos sobre los límites de la autoridad presidencial.
En un discurso televisado a la nación, Obama defendió la legalidad de sus acciones y retó a los legisladores republicanos a enfocar su energía no en bloquear sus acciones sino en aprobar la iniciativa de ley que ha estado estancada en el Congreso.
«A aquellos miembros del Congreso que ponen en duda mi autoridad para hacer que nuestro sistema de inmigración funcione mejor, o que cuestionan mi prudencia para actuar donde el Congreso no lo ha hecho, les tengo una respuesta: aprueben una ley», dijo Obama, haciendo valer su autoridad sólo dos semanas después que su estatura política fue impugnada en las elecciones legislativas.
Mientras Obama hablaba desde la Casa Blanca, partidarios de una reforma migratoria con banderas de Estados Unidos sobre los hombres marchaban en las calles adyacentes con pancartas que decían: «Gracias, presidente Obama».
A pesar del reto lanzado por el presidente, sus acciones y la dura respuesta republicana podrían acabar con cualquier posibilidad de que el Congreso apruebe una reforma integral a las leyes de inmigración en la presidencia actual, y garantiza que el contencioso debate se alargue hasta la campaña presidencial de 2016.
Los republicanos, impulsados por sus abrumadoras victorias en las elecciones legislativas, sopesan su respuesta a las medidas del presidente, que pudieran incluir demandas, una suspensión de las operaciones del gobierno y hasta un juicio político.
«El presidente se va a arrepentir del capítulo histórico que escriba si sigue adelante», dijo el senador Mitch McConnell, el republicano de Kentucky que pronto será el líder de la mayoría en el Senado, antes del discurso de Obama.