Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

¿Cómo sabemos que esas niñas y esos niños existieron? Lo sabemos porque sus huesos hablan, son los pocos registros de su existencia, que confirman el testimonio de las y los sobrevivientes cuyas voces permiten que conozcamos la historia verdadera de nuestros pueblos. Sin los testimonios tampoco sabríamos lo que les ocurrió a esos muertos o por qué murieron.

Quizá la muerte no fue lo peor que les pasó a las niñas y los niños de la guerra. Muchos crecieron con la incertidumbre de su origen al ser desarraigados por el Ejército que prácticamente se los robó para quedárselos y/o se enteraron mucho tiempo después de su historia como es el caso de Óscar Alfredo Ramírez sobreviviente de la masacre de las Dos Erres, que en 1982 era un niño de 3 años cuando fue secuestrado por un militar de los que perpetraron la masacre de su aldea. En 1994, “sólo en el pozo de la aldea, el equipo (de antropólogos forenses) encontró los huesos de al menos 160 personas, 67 de ellas menores de 12 años” (BBC News Mundo). Este caso es el que inspiró a la creación del documental “Buscando a Oscar”, de Steven Spielberg.

¿Cuántas niñas y cuántos niños murieron en brazos de sus madres por hambre en las montañas? ¿A cuántos niños se robaron y están vivos en otros países sin siquiera ellos saber su origen o la historia de donde provienen? Tampoco fue secreto que muchas niñas y muchos niños terminaron en la trata de personas, pornografía infantil o tráfico de órganos. ¿Cuántas madres y cuántos padres se aferran a su memoria para no olvidar a sus hijas e hijos a quienes jamás volvieron a ver y cuyos cuerpos continúan sin aparecer?

¿Cuánto dolor provocó la orfandad? Sólo quien pierde a sus padres o familia puede saber la magnitud de lo que implica quedarse completamente sólo, y principalmente cuando se es niña o niño ya que se requiere de cuidados y una orientación para aprender a vivir y valerse por sí mismo, algo que el Estado nunca les brindó pues fue quien intentó asesinarlos y masacró a sus familias y comunidades, en otras palabras, es el responsable de su orfandad. ¿A qué “Hogar Seguro” fueron a parar estos niños y estas niñas?

Por esto los testimonios son fundamentales, porque son la prueba de lo que el Estado, el Ejército y la oligarquía planearon y ejecutaron en contra de nuestros pueblos, son la prueba de su responsabilidad y de los delitos de lesa humanidad que cometieron, actos en los que no se hizo diferencia en la forma de torturar y violentar a los niños y niñas por ser menores.

“No ver a la madre entre quienes regresaron fue insoportable para Aura y su hermano menor quienes sin esperar un minuto más, preguntaron por ella. Pero los que habían retornado solamente lloraban… a los pequeños no se les dijo lo que había sucedido en realidad” que su madre había sido secuestrada por el Ejército (Otzoy, Irma, “Ru’x”: 2017).

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