Carolina Servent trabaja como ingeniera en sistemas, de lunes a viernes. Los fines de semana los dedica a compartir tiempo, amor y recursos con la niñez con capacidades diferentes que estuvieron en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción y que después fueron enviados a diferentes lugares. Desde el año 2015 tenía intención de apoyar a los menores de edad, pero en ese año existían más dificultades para entrar al Hogar Seguro, fue después del incendio del 8 de marzo de 2017 cuando los canales se abrieron para ciudadanos comprometidos como ella.

POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

Servent conoció por una familiar a la niñez del Hogar Seguro, por eso buscó la forma de brindar atención, apoyo y tiempo en 2015, sin embargo, había más restricciones para entrar a ese espacio estatal.

“Siempre me han conmovido los niños, tengo una debilidad por los niños en desamor. Tratamos de ayudar, pero no se pudo, fue hasta después de la tragedia que me pude integrar con estos niños y con el equipo que los cuidaba. No necesitan tanto, solo necesitan que los escuchen, que se sienten con ellos, que les den amor, que alguien los abrace”, indica.

Carolina empezó su voluntariado en el Centro de Atención Especial Alida España de Arana y actualmente viaja hasta Quetzaltenango, además, continúa con su labor altruista en una de las casas de San Cristóbal, en la zona 8 de Mixco, donde también están “algunos de sus niños”, explica.

“Cuando llegaron ahí –al Centro Alida España– había que buscarles ropa, ahí se sumó mucha gente –en la tragedia. Después organicé un Día de Salón de Belleza (para quitarles los piojos), pero para no decirles eso, les dijimos que íbamos a tener tratamientos. Me llevé a las chicas del salón donde yo me corto el pelo y donde se lo corta otra amiga. Ellas llegaron con su equipo, estuvo divina esa actividad”, señala.

La entrevistada relata que en el tiempo que los niños y niñas estuvieron en el Centro Alida España, también compraban piñatas, les llevaban libros de cuentos y celebraban los cumpleaños. Además, como a ellos les gustaba tomarse fotos, ella les creó su propio álbum.

Agrega que en Navidad hicieron cartas, los menores de edad pidieron calcetas, ropa interior, uvas y pastel.

Carolina empezó a solicitar apoyo a sus conocidos, a través de un grupo privado de Facebook, así logró reunir los regalos para todos los niños, incluso la ayuda sobrepasó las expectativas.

“La actividad más emocionante fue en la época navideña. Les pregunté si habían escrito una carta a Santa –Claus– entonces hicimos las cartas y les pregunté que querían. La mayoría pedía calcetas, ropa interior. Un niño pidió pastel y uvas. Algunas chicas pedían aretes, collares, pintauñas. Logramos juntar todo lo que pidieron los niños, llevamos a Santa y él dio las bolsas, se les dio lo que habían pedido y un poco más”, explica Servent.

EXISTEN MUCHAS FORMAS DE AYUDAR

Servent considera que toda la ciudadanía podría involucrarse con estas causas. Ella dice que probablemente todos tienen su propia forma de apoyar: a través de su tiempo, donación o profesión.

La guatemalteca hizo un llamado a todas las personas que se sumen a donde puedan aportar con sus recursos y talentos. Reiteró que es necesario empezar a ser parte de las soluciones y dejar de criticar, estigmatizar o señalar a los familiares de los niños y a los mismos menores de edad.

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