Por Tatiana Rodríguez
Miami/Agencia (dpa)
De un lado, un gigante. Del otro, un «monstruo de tres cabezas». La final de la NBA que arranca mañana en Oakland medirá a unos Cleveland Cavaliers entregados a LeBron James con unos Golden State Warriors que cuentan con toda una baraja de cartas ganadoras.
Ambas criaturas, el gigante y el «monstruo» que forman Kevin Durant, Stephen Curry y Klay Thompson, se conocen muy bien. Tres finales llenas de tensión desde 2015 parecen ser el combustible perfecto para querer repetir una y otra vez el choque sin importar el camino que haya que recorrer.
Una temporada con altibajos, unos «playoffs» irregulares, una lluvia de lesiones y unas finales de Conferencia de infarto dieron a las dos franquicias el impulso definitivo para pelear de nuevo por el anillo. Será la cuarta final consecutiva entre los mismos equipos, algo que no había visto jamás en la mejor liga de baloncesto del mundo.
LeBron James, cuya grandeza real deriva de su mente y no de sus 2.03 metros, será el encargado una vez más de arrastrar a los «Cavs» al que sería el segundo anillo de su historia. Las situaciones adversas son siempre el aliciente perfecto para que «The King» saque lo mejor de sí.
«Esta ha sido una de las temporadas más desafiantes que he tenido», reconoció el astro de Cleveland tras jugar los 48 minutos en el séptimo partido de la final del Este ante los Boston Celtics. Acabó el partido con 35 puntos, 15 rebotes y nueve asistencias.
Con 33 años, James llega a su octava final consecutiva en la NBA y de salir campeón acumularía su cuarto anillo y daría más argumentos a aquellos que lo comparan ya con Michael Jordan.
«Es increíble. Hace todo a este nivel, con esta presión, con el escrutinio. Nuestro objetivo en los partidos era hacerle gastar tanta energía como fuera humanamente posible. Creo que hemos hecho un destacable partido defensivo y aun así logró 35, 15 y 9. Es de risa», indicó el entrenador de los Celtics, Brad Stevens.
Sin embargo, la única certeza de Cleveland se llama LeBron James. A su alrededor hay varios signos de interroganción. El alero Kevin Love es duda para el inicio de la final por un golpe y, aparte del triplista Kyle Korver, el resto del equipo no ha sido capaz de mantener la consistencia a lo largo de los «playoffs».
Por ellos, la balanza de favoritismo está inclinada hacia los Warriors, actuales campeones y que dominan como nadie tanto el ataque como la defensa.
«Los Cavaliers no tienen ningún chance de ganar la final. Se van a enfrentar a unos Warriors que, con suerte o no para encestar, cuentan con una excelente línea defensiva», opinó el comentarista deportivo Cris Carter sobre el entramado defensivo dirigido por el técnico Steve Kerr.