René Leiva

Polígono de Radom, geómetra, políglota y astrónomo, valiéndose de métodos totalmente desconocidos por la ciencia oficial descubrió los subterráneos en la cara oscura de la Luna. Tradujo obras sumerias y caldeas al latín vulgar.

Polkas, Kurt, entendió que la ciencia ficción no debería reducirse a posibilidades e imposibilidades de la electrónica, la cibernética, la robótica, que las leyes de la vida, la actividad cerebral, la naturaleza y las propiedades de los cuerpos simples y su acción molecular, el estudio del humano en aspectos físicos, sociales y culturales, y la observación de restos fósiles, la paleontología y la paleografía, entre otros muchos ejemplos, también son ciencias tratables, mejorables, expandibles, alterables, fecundables, redescubiertas con los muchos y variados recursos de la ficción, imaginación, ingenio, arte, como ya existen algunos excepcionales ejemplos en pintura, literatura, cine, según comprendiera Polkas mucho antes que cualquiera.

Polochic, Anselmo, brujo, zajorín y chamán, invocador de nahuales, herbolario, hallador de cenotes ocultos. Negose a ser objeto folklórico, postal turística, icono de caducas nostalgias. Nunca fue retratado o fotografiado ni entrevistado por nadie.

Pomela de Amatique, garífuna, cantora y compositora, autora del “Himno a Livingston”, interpretado con instrumentos caribeños y africanos; atribúyesele la exclamación ¡Bravo! por parte de oyentes al final de una audición y que volviose universal.

Pontaza Guamuch, Marcelino, director durante 44 años consecutivos de la Orquesta Filarmónica de San Pedro Carchá, Alta Verapaz, dio a conocer obras de Sis García, Sanabria, Ponce Chamelco y Wellman. Su oratorio “Panzós”, basado en la masacre, fue secuestrado por el Ejército, bajo el mando de Efraín el Anticristo.

Pouthas, Apollinaire, desde adolecente sintiose un renacentista en la Francia, o mejor, el París –ya decadente—surtidor y crisol de cultura, quiso abarcar todos los movimientos artísticos y corrientes de pensamiento, escuelas, estilos, novedades, pero su genuina avidez nunca pasó de superficies, exterioridades, atavíos. Imposibilitósele apretar aquella extinguida vorágine con sólo dos brazos y un pecho.

Prehnna, Oscar, escribió miles y miles de frases, renglones, pensamientos, ocurrencias, aforismos, puntadas, cifras, bocetos, en toda clase de papelitos sueltos que abandonaba en cajones, gavetas, bajo la cama, armarios, alacenas, bolsillos de ropa sucia, entre libros, que un descuidado día de noviembre, de puertas y ventanas abiertas, un raro vendaval de minucioso saqueo dispersó aquel papelerío de cotidiana escritura tornándolo en polvo volante, brisa, hojarasca, humo, maripositas, nubecillas, confeti para carnaval de olvido.

Prera, Mario, seudónimo o heterónimo del profesor Salcoin Unesscu y biógrafo de ambos, según desprendiose de escritos encontrados en docena y media de botellas que Prera nunca atreviose arrojar al mar.

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Cuentan que ya apareció, después de obligado mutis “patriota”, “La Gruesa” de los telenoticiarios escamoteadores de la verdad, “históricos” anti Ministerio Público y anti CICIG (léase contra el combate anticorrupción), archienemiga semisolapada e hipócrita de la señora ex Fiscal General y del señor Comisionado. ¿Y cuánto de pisto inficionado, grueso…?

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