Alfonso Mata
Así es, nuestra actividad de gobernar, se basa en muchos actos que atentan contra la Constitución. Pero ¿cómo es posible que así se utilice el poder y qué principios guían a eso? El padecimiento de una enfermedad seria mueve la vida del que la padece: o se hunde y fenece o se abre de otra manera a como venía viviendo. En política no sucede lo segundo por una sencilla razón: nuestro sistema no permite que exista la igualdad; la igualdad de todos los individuos y la responsabilidad hacia el otro en todos los puntos fundamentales del convivir.
En la situación política grave que vivimos, el cambio significa especialmente una cosa: el desapego del deseo de poder logrado y mantenido “a toda costa” y por consiguiente un primer movimiento de cambio significa “abrirse a todo” para ser generador consciente y responsable, del mundo que se genera. Pero a la par debe suceder otra cosa: La mayoría debe considerar deseable esa necesidad, como un claro significado por el cual luchar, cosa que no sucede; no sé si es porque por generaciones, hemos dejado de creer en una igualdad y equidad y no hemos tenido la suficiente libertad para lograrlo.
Eso me recuerda algo que decía mi bisabuelo “el verdadero mundo de la democracia es hacer modestos a los dirigentes” pero eso en términos sociales significa “ceder o dejar poder mal adquirido y en otros adquirirlo”. Igualmente decía el viejo: “lo que necesita la democracia para respirar y vivir, es que sus miembros convivan, teniendo presencia de lo que significa “ser” visto, escuchado; ser invitado a hacerse cargo de lo que se está haciendo, para lo cual, es necesario desarrollar, pero al mismo tiempo utilizar el espacio en que uno se mueve, para volcar todo el potencial corporal y espiritual que se tiene”, lejano está eso en nuestro terruño.
Veamos entonces qué tenemos: el prototipo político que hemos formado, es el de un tirano de la sociedad y sirviente de ciertos grupos (cosa que muchos hasta hace muy poco concientizaron, gracias a la CICIG). El político que pisa estas tierras, ha optado por dejar a un lado hacer política democrática, cayendo en total negligencia en ello, para hacer lo que le dice él que le da. Eso significa violar la ley, con una justicia igualmente abandonada, llena de arbitrariedades, influencias, y pasiones, que permiten “tomemos del benefactor (lo que incluye al Estado) cuanto podamos”. Nuestro político es guiado no por un hacer democrático y honesto, capaz de inclinarse por lo correcto y no lo incorrecto dentro de un marco constitucional. Lo guía un razonamiento que se da en un espacio social y político de convencimiento sobre lo correcto de lo incorrecto, en que no se da simultáneamente una lógica de “control” ni individual ni social, para evitar lo incorrecto de su pensamiento y acciones. En teoría, pero no en la práctica, lo correcto lo fija lo que persigue y manda la Constitución sin excepción; sin embargo a la par de esos mandatos, existen mandatos sociales, que aunque se ocultan, imperan llenos de: injusticias, inequidades y falta de libertad, que conforman una sociedad con un vivir de régimen de competencia ilícita en muchos aspectos, que en la mayoría de las cosas se “debe” obtener a un precio. Constitución versus competencia.
Entonces lo que pasa dentro del sistema, es que la persona que aspira a hacer política, que quiere desarrollar en ello, mucho antes de ser electo y producto de un aprendizaje social, no corre en busca de un proyecto con ideales de justicia, equidad y libertad para sus conciudadanos, cambiándolo por un pensamiento y acción sobre como satisfacer los deseos de “los que lo encaramaron y propios”. Su futuro lo encaran como “pago de deuda y derecho a premio” por lo que camina y se comporta como veleta, siendo empujado de uno a otro lado por ese fin y no por el compromiso constitucional. Es erróneo calificar al político de tonto, sin darle su verdadero nombre: es un aprovechado, que jamás se ha alineado al bienestar de los demás. Su meta es “un pago y una adquisición” dentro de lo cual solo cabe la atención a los demás, si saca raja en ello.