Una flagrante mentira es inaceptable en cualquier funcionario público pero cuando la misma se dice al estar bajo juramento se incurre en el delito de perjurio y cuando el mismo es también flagrante, además de las implicaciones legales, la autoridad tiene que actuar de inmediato para separar del cargo a quien en ejercicio de una función pública actúa de esa manera. Ayer publicamos la declaración que ofreció en acta notarial el piloto del helicóptero que el Ministro de Ambiente utilizó para ir a votar y en la misma queda claro que no hubo sobrevuelo en la Sierra de las Minas por un incendio forestal, pretexto que utilizó el señor Alonzo para justificar el viaje que fue contratado en su calidad de Ministro aunque luego hicieran la pantomima del pago directo de su propia bolsa.
Creemos que en estas circunstancias el Ministro de Ambiente haría un gran favor a su amigo, el presidente Jimmy Morales, renunciando al cargo porque no hay forma de que pueda seguir al frente del despacho y mientras más tiempo pase mayor el desgaste para el gobierno al que está sirviendo. Con lo ocurrido en el caso concreto y particular del uso del helicóptero para ir a votar en la Consulta Popular, su credibilidad se vuelve inexistente y con ello se evapora su autoridad también. Todos los otros asuntos por los que ha sido cuestionado, desde la contratación de las madres de hijos suyos hasta el mal uso de los recursos, no pueden desvanecerse con alguien que no tuvo el menor empacho de mentir bajo juramento para defender una patraña.
El presidente Morales y su vocero debieran de tener especial cuidado cuando abordan estos temas porque con lo que hasta ahora han hecho se van en la colada de falta de credibilidad y no digamos de transparencia en un momento en el que el país está demandando precisamente, una transformación para contener la avalancha de corrupción y cinismo que caracteriza el ejercicio de las funciones públicas.
Y se tiene que sentar un precedente para que los funcionarios y empleados públicos entiendan que no es posible continuar con ese trato despectivo a la opinión pública para mentir u ocultar maliciosamente los hechos. Es indispensable que se castigue con severidad este caso para que todos entiendan que no hay cabida para el descaro y la desfachatez en el desempeño de trabajos para el Estado pagados con el dinero de los contribuyentes. Es este un caso claro de corrupción marcado además por el cinismo y descaro que generalmente muestran todos los corruptos.