Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

No tengo el gusto de conocer personalmente a la licenciada Thelma Aldana, a quien nunca le he pedido un favor, ni tengo ninguna otra razón más para agradecerle, en mi carácter de ciudadano guatemalteco, los servicios prestados a nuestra patria mientras ocupó el cargo de Jefa del Ministerio Público y Fiscal General de la República. Hasta el momento estoy convencido que desempeñó sus funciones, obligaciones y atribuciones con las mejores intenciones de beneficiar a nuestro país y que muy pocos servidores públicos se han podido retirar al terminar el período para el cual fueron designados con la satisfacción del deber cumplido.

Con lo anterior, estoy queriendo demostrar que quienes tomamos papel y lápiz para escribir nuestra columna de opinión en un medio de comunicación social, digno ejemplo de lo que es en Guatemala la libre emisión del pensamiento, así como somos críticos, muchas veces exageradamente exigentes, también sabemos reconocer sin ambages los méritos a quienes hacen honor a su palabra después de haber jurado cumplir con sus deberes y las leyes del país, pues tristemente son muy pocos, pero exageradamente pocos, a quienes por el cumplimiento de su deber les podamos reconocer después de haber ocupado un cargo público. En otras palabras, en las columnas de opinión de los medios de comunicación no solo se podrán leer acres comentarios de los servidores públicos, sino también los reconocimientos, siempre y cuando hayan sido honestamente merecidos.

No es la primera vez que me refiero a este reconocimiento, el que ojalá la ciudadanía pudiera expresar más frecuentemente, como tampoco es cierta la creencia que la gran mayoría de los comunicadores sociales nos dedicamos a criticar y dejamos de reconocer la buena labor que hayan podido hacer o se esté haciendo, pues lamentablemente en los últimos tiempos más se ha ido acentuando el mal servicio, la irresponsabilidad y el incumplimiento de deberes de los funcionarios y sin ir tan lejos, tenemos a mano el ejemplo de la imposibilidad de los guatemaltecos desde hace mucho tiempo, de no poder obtener de manera ordenada y eficiente su pasaporte, sin tener que llegar a las dos de la mañana a la dependencia encargada de hacerlo y tener que pagar hasta Q500 para ser atendidos debidamente.

Oportuno es reiterar la pregunta que tantas veces hemos hecho: ¿cómo se le puede pedir al guatemalteco el pago puntual de sus impuestos y contribuciones, cuando hasta los más elementales servicios públicos no se pueden obtener si no es a cambio de las coimas habituales en donde la corrupción y la impunidad campea en la mayoría de funcionarios y empleados públicos? Mientras esto último no se termine, jamás vamos a poder lograr progreso y desarrollo.

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