Por Dirk Godder /dpa
Seúl
¿Giro radical, estrategia negociadora o indicador de problemas internos? Con la repentina cancelación de un encuentro de alto nivel intercoreano para avanzar en la reconciliación y la amenaza de suspender la cumbre con Estados Unidos prevista en junio, Corea del Norte vuelve a poner en vilo al mundo y a cuestionar los avances de distensión en la península coreana.
El pasado marzo, el presidente estadounidense, Donald Trump, dejaba al mundo sin respiración al aceptar una propuesta del líder norcoreano, Kim Jong-un, para reunirse. «¡Los dos intentaremos hacer de este momento algo muy especial para la paz mundial!», tuiteó poco después. La cita fijada: el 12 de junio en Singapur. Algo que ahora pende de un hilo.
Estados Unidos no se inmutó hasta ahora tras las primeras amenazas de Pyongyang de una posible cancelación del encuentro. Los preparativos siguen adelante, dijo el Departamento de Estado. Detrás, la esperanza de que con sus palabras, Pyongyang sólo esté intentando ganar peso en las difíciles negociaciones sobre el desmantelamiento de su programa nuclear y tomar la iniciativa.
Mucho está en juego para Trump, cubierto de críticas por la reciente salida unilateral de su país del acuerdo nuclear con Irán: un acuerdo con una hoja de ruta detallada para el desmantelamiento del arsenal nuclear norcoreano sería un gran éxito en política exterior.
Pero a Corea del Norte le molesta que Trump atribuya el acercamiento a Pyongyang a un éxito de su política de «máxima presión» y quiere demostrar algo: que el aislado Gobierno norcoreano no deja que le dicten sus acciones desde fuera.
LA VISIÓN DESDE COREA
Y es que en el interior de su país, Kim es presentado como un exitoso estratega. «Pero Estados Unidos ve equivocadamente las iniciativas generosas de la «República Popular como signo de debilidad y lo vende como un producto de las sanciones y la presión», criticaba hoy el viceministro de Exteriores norcoreano, Kim Kye-gwan. Él es también un experimentado negociador en el contencioso nuclear.
Trump ya amenazó con abandonar la mesa de negociaciones «respetuosamente» si la cumbre no prometía los éxitos deseados. Pero ahora es Corea del Norte quien le iguala la apuesta con su amenaza.
Philip Yun, experto en Corea del Norte y director de la organización Ploughshares Fund de San Francisco, que también negoció con Corea del Norte, no se muestra sorprendido por lo que está ocurriendo ahora. «Es un camino lleno de baches, cada una de las partes quiere ganar influencia».
Kim habló recientemente de pasos sincronizados que lleven al desmantelamiento del programa nuclear, lo que podría indicar un proceso de desarme flexible. Pyongyang exige también garantías de seguridad.
La declaración actual de Corea del Norte podría deberse sobre todo a las declaraciones del principal asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, considerado poco sensible a la hora de tratar con Pyongyang. Bolton habló de una entrega inmediata de las armas nucleares de Corea del Norte.