Alfonso Mata
Hay dos tipos de inflamación: aguda (a corto plazo) y crónica (a largo plazo). Si bien la inflamación aguda es una parte esencial del proceso de curación, la inflamación crónica puede provocar que muchas de las afecciones de salud empeoren.
Pero la inflamación no es cosa de negro y blanco. A veces es normal y deseable. Seamos claros: la inflamación es algo normal e indispensable para la vida humana. Le permite, entre otras cosas, defenderse contra infecciones, lesiones o cualquier otra situación en la que el cuerpo detecta un ataque anormal. Es gracias a la inflamación, que el tejido humano puede reparar, sanar y renovarse.
Normalmente el cuerpo controla la inflamación considerándola de por sí como un servicio de emergencia, que utiliza recursos del cuerpo de manera oportuna, local o sistémica. Por ejemplo, los procesos inflamatorios cambian la permeabilidad de los vasos sanguíneos, para facilitar el paso de ciertas moléculas que deben llegar al lugar de los hechos a controlar la situación y resolver. Una analogía es como lo que sucede con el tráfico, que en una situación de emergencia se adapta rápidamente para permitir que ambulancias, bomberos y autos de policía pasen, para llegar a tiempo a atender los eventos catastróficos.
Cuando la lesión (o agresión) está bajo control o se está curando, el estado de emergencia ya no es necesario y el cuerpo debe detener gradualmente el movimiento emergente. Sin embargo, el control de la inflamación no ocurre no funciona como un botón de encendido/apagado, sino gracias a mecanismos complejos, así como a moléculas pro y antiinflamatorias, la cosa va volviendo a su normalidad. Su funcionamiento es más parecido a un atenuador lento y medido, que puede controlar la iluminación de las habitaciones de su hogar.
1. La inflamación mala
La inflamación crónica según el ataque al órgano que haga, ha generado una hipótesis sobre su aparecimiento y evolución. La cardiovascular disparada por el exceso de grasa en la sangre, permite que las partículas LDL lipídicas en exceso, penetren en el grosor interno de la arteria (el endotelio). En defensa, los glóbulos blancos ingresan a la pared para atacar a estos intrusos y cargarse con grasa y esto se vuelve una cosa de no acabar y poco a poco como se muestra en la figura van impidiendo que circule bien la sangre.
A su vez, esta formación anormal dentro del vaso, desencadena una reacción defensiva de la pared arterial: las células musculares forman un paquete como capa, es el origen de la placa de ateroma. Cuando se rompe debido a la inflamación, causa un coágulo que repentinamente cierra la arteria; si es la arteria coronaria, entonces hay un infarto de miocardio.
En la inflamación asesina, no hay una progresión bioquímica en cascada correcta como en la inflamación fisiológica, pero hay reacciones caóticas, que se dificultan entre sí. Incluso los tejidos pierden su capacidad de reconocer sus propias células de las que no lo son, identificándolas como invasoras y atacándolas. Si este proceso dura con el tiempo, puede causar un gran daño a órganos, vasos sanguíneos y tejidos. Esto no hace más que desencadenar continuamente la respuesta inmune, lo que predispone, con el tiempo, incluso la tierra para las enfermedades autoinmunes.
2. Cuando la inflamación se convierte en un problema de salud
Cuando dura o cuando se vuelve crónica o se instala en todo el cuerpo, como si el atenuador no lograra cortar por completo los procesos inflamatorios. Esto puede causar daños importantes en las articulaciones músculos, órganos vitales, vasos sanguíneos, que sirven al corazón y al cerebro. La lista de enfermedades y contextos de salud que están asociados con un mal funcionamiento de la inflamación, es grande.
3. Mente y cuerpo van de la mano en la inflamación
Muchos problemas de salud, como la obesidad, neuropatías periféricas, diabetes, enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, migrañas, problemas de tiroides, problemas dentales, cáncer; todos ellos tienen un denominador común. Todos están enraizados en la inflamación, y si quieres curarte debes tomarlo en cuenta.
Sabemos menos, pero es probable que algunos trastornos psíquicos tengan la misma causa. Sabemos que existe una relación entre las enfermedades crónicas y los diagnósticos de trastornos psíquicos. A menudo, las personas con dolor muscular como la fibromialgia son enviadas a los consultorios de los psiquiatras. Y las personas tratadas por trastornos mentales, con mucha frecuencia tienen problemas físicos. De hecho, existe una relación entre los dos, en que está de por medio la inflamación y especialmente la de los intestinos.
La inflamación actúa sobre las hormonas, los neurotransmisores y, por lo tanto, envía mensajes a través del nervio vago. Por ejemplo, las últimas investigaciones muestran que, algunas citoquinas (hormona del sistema inmune) presentes en la sangre, se correlacionan con la depresión y al mismo tiempo con la resistencia al cortisol (hormona del estrés). Por lo tanto, podríamos encontrar biomarcadores que hablan de enfermedades psíquicas.
En algunos casos, a las enfermedades crónicas dolorosas, se les combate con terapias con antidepresivos para aliviarlas, y los estudios han demostrado que los medicamentos antiinflamatorios, pueden reducir los síntomas de la depresión o los trastornos del estado de ánimo. El principal efecto secundario de las terapias con interferón (tratamiento de la hepatitis C) es la depresión y también están relacionadas con altos niveles de ciertas citoquinas (IL6 y TNF).
Por lo tanto, es comprensible que la reducción de la inflamación se vuelva esencial en muchas patologías corporales y psíquicas.
4. La dieta puede ayudar
Hay cosas fáciles que puede hacerse para controlar la inflamación. Un cambio de dieta puede reducirla e igualmente la retención de tóxicos. Con eso, usted a la vez reducirá el ataque del sistema inmune, las infecciones y le permitirá estar más tranquilo, más sereno y, por lo tanto, aumentar la tolerancia al estrés.
Nuestros problemas de salud, se encadenan unos con otros. Mire usted cómo es esto: la intoxicación por metales pesados, es más frecuentes en medios urbanos y comerciales que en medios rurales, es algo que todos sufrimos y eso puede causar alteración del sistema inmune, que en más del 70% trabaja y se localiza en nuestros intestinos. Cuando este sistema inmune se altera, permite la proliferación de varios patógenos, gusanos, bacterias y otros; la flora intestinal se vuelve deficiente, se desarrollan intolerancias alimentarias; se digiere mal y, contrariamente a lo que a menudo se escucha, no se trata tanto de una falta de aporte que conduce a lagunas, o incluso deficiencias, sino a una falta de adecuada absorción. De ahí la necesidad de resolver antes que nada, el problema de la inflamación. Alejarse de los alergenos más comunes, se convierte en un salvavidas, ya que ayuda a reducir la inflamación y, por lo tanto, la retención, por lo que nuestro cuerpo finalmente puede eliminar los tóxicos y absorber los nutrientes adecuados.
Entrar en una dieta hipotóxica significa darse todas las oportunidades de sentirse bien física y mentalmente. Consulte sobre esto con su médico.
5. Los medicamentos
No debe olvidarse que La inflamación crónica, juega un papel central en algunas de las enfermedades más difíciles de nuestro tiempo, como la artritis reumatoide, el cáncer, las enfermedades cardíacas, la diabetes, el asma e incluso el Alzheimer. Las opciones de medicamentos van desde la simple aspirina, un fármaco antiinflamatorio no esteroideo que ha estado disponible durante más de un siglo, hasta medicamentos modificadores de la enfermedad y los llamados productos biológicos que prometen tratamientos más específicos. Pero también los medicamentos pueden provocar inflamación. Lo mejor, consulte con su médico.
Las soluciones para tratar la inflamación son amplias y el uso de los medicamentos y otras terapias, tiene que ver con los objetivos del tratamiento: bajar dolor, corregir malformaciones y funcionamiento, reparar tejidos. Por ejemplo, en problemas articulares se recomiendas aceites tipo omega tres. Varios estudios han demostrado recientemente que los omega-3 (especialmente los del mar como los peces o los crustáceos) son útiles en la artritis reumatoide. En particular, promueven una reducción de la hinchazón, reducen la intensidad del dolor, la rigidez matutina, el número de articulaciones afectadas, el uso de antiinflamatorios y también mejoran las posibilidades de remisión. Sin embargo, los Omega-3 no son todo. Varios estudios no han podido demostrar su efectividad en algunos entornos de salud. Además, quedan varias preguntas sobre los mecanismos de acción, la dosis ideal y el tiempo necesario para disfrutar de los beneficios.
6. ¿Y sobre el ejercicio qué?
El ejercicio tiene sus ventajas también. Ejercicios para contrarrestar la inflamación relacionada con la edad se recomiendan. Ahora se sabe que la edad avanzada altera los procesos inflamatorios y se asocia con un estado de inflamación crónica. Esto podría explicarse en parte por: I) la mayor presencia de tejido adiposo (grasa) en los músculos, lo que promueve un caldo de cultivo para la inflamación; II) la dificultad del cuerpo para reparar y renovar eficazmente los músculos, lo que provocaría una reacción inflamatoria. La inflamación asociada con el envejecimiento puede mejorarse o prevenirse de varias maneras y haciendo los ejercicios correctos. Estos permiten mejorar el funcionamiento de las mitocondrias (verdaderas plantas de energía microscópicas) y facilitan la producción de proteínas esenciales para la reparación y la formación de los músculos.
Obviamente, los tratamientos son numerosos pero los que combinan tratamientos farmacológicos intervenciones dietéticas y el ejercicio, son los mejores.
El frecuente problema, llamado inflamación, muchas veces pasa desapercibido por meses y años. Tiene varias cosas que lo originan: toxinas, dieta, infección y estrés. Todo esto si se pone en la canasta y se mete en el organismo, provoca una respuesta infernal. La inflamación.