Madrid
DPA

El alemán Alexander Zverev dio ayer un nuevo paso hacia el olimpo del tenis, ese lugar que muchos le auguran, al conquistar en Madrid el tercer Masters 1000 de su meteórica y joven carrera.

Recién cumplidos los 21 años, el número tres del ranking mundial barrió en la final al austríaco Dominic Thiem por 6-4 y 6-4 y se convirtió en el quinto tenista en activo en ganar tres Masters 1000, los eventos de mayor importancia después de los Grand Slam.

Los nombres de esa lista lo dicen todo: Rafael Nadal (31 títulos), Novak Djokovic (30), Roger Federer (27) y Andy Murray (14). Junto a ese «Big Four» está ahora Zverev, que añadió la corona de Madrid a las de Roma y Canadá.

En efecto, Thiem se presentó en la final crecido tras su resonante triunfo del viernes sobre Nadal, cortando una racha de 50 sets seguidos del español en tierra.

Sin embargo, en la final de hoy no tuvo ninguna opción y volvió a quedarse a las puertas de su primer Masters 1000. El año pasado ya había caído en el partido por el título en Madrid.

Campeón hace una semana en Múnich, Zverev aterrizó en Madrid el lunes y desde entonces no perdió ni una sola vez su servicio: sólo tuvo una pelota de break en contra en todo el evento, en octavos ante el argentino Leonardo Mayer, y la salvó.

La final de hoy no tuvo gran historia, porque la dominó Zverev prácticamente desde el calentamiento. En un pestañeo, dos minutos, el alemán ya había roto a Thiem para adelantarse en la final.

Y repitió en el arranque del segundo set. Dos breaks fueron más que suficiente, porque Thiem ni le inquietó al resto. Zverev, además de ser dueño de uno de los mejores reveses del circuito, tiene una fiabilidad tremenda con el saque. Siempre le responde en los momentos oportunos, una seña de identidad de los grandes jugadores.

El alemán cerró su vigésimo sexto triunfo de 2018 (más que nadie) con un grito y el puño en alto. Ahora tomará un avión a Roma, donde intentará defender la corona.

Y dentro de dos semanas viajará a París, donde será uno de los grandes favoritos en Roland Garros. Ahí tendrá una nueva oportunidad para quitarse mucha presión de encima. Y es que Zverev tiene en los Grand Slam su gran cuenta pendiente: pese a ser uno de los mejores tenistas del circuito, todavía no ha sido capaz de superar los octavos de final en un grande.

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