Ayer la Fiscal General Thelma Aldana presentó su informe final de las labores realizadas al frente del Ministerio Público, y el detalle de los logros en la lucha contra el crimen resulta impresionante a la luz de las cifras sobre las estructuras criminales desbaratadas y los efectos en la persecución penal, con todo y que el litigio malicioso y la lentitud de la justicia siguen entorpeciendo en algunos casos los procesos que no han podido llegar a sentencia.
Pero nos llama la atención que la Fiscal Aldana haya dicho que su esfuerzo fue por empezar la construcción de un país donde no imperen ni la corrupción ni la impunidad porque realmente son esos flagelos los que tienen de rodillas a los guatemaltecos. Indicó que es imposible establecer el impacto que la corrupción ha tenido en la pobreza que sigue expulsando a los guatemaltecos de su propia patria para viajar al extranjero en busca de oportunidades, pero es indiscutible que el Estado perdió su norte y se ha dedicado por completo a promover distintas formas de corrupción que no sólo se roba el dinero público, sino que le roba esperanzas a los guatemaltecos.
La impunidad es, sin duda, el reto mayor porque vivimos en un país donde la justicia históricamente no llegó igual para todos y eso empezó a cambiar con la gestión que conjuntamente desarrollaron la Fiscal General con el Comisionado Iván Velásquez al frente de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala cuando empezaron a caer poderosas figuras públicas ocupando posiciones que antes eran inalcanzables para la justicia y que gozaban de absoluta impunidad.
Creemos que los logros enumerados ayer no se tienen que ver como un reto nada más para la abogada María Consuelo Porras sino para la ciudadanía en general porque está demostrado que el país no tiene viabilidad en la medida en que sigamos sufriendo los efectos tanto de la corrupción como de la impunidad que tanto alienta a los corruptos. La lucha que empezó en el año 2015 ha sido hasta ahora un esfuerzo centrado en la parte penal porque las reformas propuestas al Sistema de Justicia, por ejemplo, murieron en el Congreso como murió allí también la reforma al sistema político mediante normas eficientes para democratizar a los partidos y para controlar el financiamiento electoral ilícito que es el pecado original de nuestra democracia.
Por ello hay que atender ese llamado que hizo la Fiscal Thelma Aldana para que los guatemaltecos sigamos trabajando para construir un modelo distinto en el que impere la ley y el uso correcto de los recursos.