POR BOB EDME/AP
Francia
Mediadores internacionales celebraron hoy la disolución del grupo separatista vasco ETA como un punto de inflexión para Europa luego de décadas de atentados, pero el presidente del gobierno español se mostró intransigente frente a un grupo que mató a más de 850 personas en su campaña por una patria vasca independiente.
Los gobiernos de España y Francia se negaron a participar en una conferencia de paz en el país vasco del sur de Francia que festejó la disolución formal de ETA.
Agrupaciones de víctimas calificaron la medida de propagandística y el gobierno español dijo que la justicia seguirá su curso contra cualquiera que haya participado en actos de violencia.
«Persisten heridas profundas. Familias y comunidades siguen divididas», dijo un comunicado leído en vasco, español, francés e inglés en Cambo-les-Bains.
«Queda mucho por hacer por todas las partes… La paz no es un juego de suma cero sino una cuestión de consenso político en el que las dos partes acuerdan buscar sus objetivos de manera pacífica y democrática». El juego de suma cero alude a que alguien debe perder para que el otro gane.
El presidente español Mariano Rajoy, en un discurso televisado, reiteró la posición intransigente de su gobierno al afirmar que toda la historia de ETA «ha sido un fracaso» y que no habría perdón para sus crímenes.
«Y no van a obtener tampoco nada por anunciar su disolución. Los crímenes de ETA se seguirán investigando; sus delitos se seguirán juzgando y en su caso, condenando; y las condenas se seguirán cumpliendo», expresó Rajoy.
En una «Declaración final al pueblo vasco», ETA dijo ayer que «ha desmantelado totalmente el conjunto de sus estructuras» y que «no será más un agente que manifieste posiciones políticas, promueva iniciativas o interpele a otros actores».
Euskadi Ta Askatasuna, que significa «Patria vasca y libertad», mató a 853 personas en sus seis décadas de existencia, la mayoría de ellas durante la transición a la democracia después de la dictadura franquista a fines de la década de 1970. Según el ministerio del Interior, dejó más de 2.600 heridos, secuestró a 86 personas y amenazó a centenares.
La transición a la democracia se vio empañada por los ataques y por los asesinatos de unas 60 personas por escuadrones de la muerte creados por las fuerzas de seguridad españolas.
Los mediadores –entre ellos el diplomático británico Jonathan Powell, que participó en las conversaciones de paz en Irlanda del Norte y el exgerente del FMI Michel Camdessus– deploraron la ausencia del gobierno español en los diálogos con ETA cuando se aprestaba a disolverse y elogiaron a los civiles vascos que convencieron a los milicianos a que depusieran las armas.
Dijeron que era importante destacar «el fin del último grupo armado en el continente».
«Esperemos que dé esperanzas a todos los que enfrentan conflictos aparentemente insolubles en otras partes del mundo», dijeron.