POR MARIELA CASTAÑÓN
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Actualmente no se tienen datos exactos y específicos de cuántas personas migrantes desaparecen anualmente en ruta y en su intento por llegar a Estados Unidos, sin embargo existen algunas estimaciones. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) publicó hace algún tiempo, con una ficha de datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR por sus siglas en inglés) 2017 para México, que calcula que unas 500 mil personas ingresan a México desde países vecinos en América Central.

De acuerdo con los datos publicados por el CICR, debido a la irregularidad inherente en estos viajes, el trayecto es peligroso para los migrantes. En la mayoría de los casos, dura semanas o meses, “pero no se dispone de datos precisos: nadie sabe con certeza cuántos migrantes desaparecen”, se explica.

Esta situación no solo genera incertidumbre, sino también menoscaban la estabilidad de las familias, detalla.

Por otro lado, cuando las personas migrantes desaparecen, regularmente han hecho préstamos de dinero para emprender el viaje; ya no son ubicados, sus familias deben hacer “un sacrificio para devolverlo. Los comercios y los hogares padecen a causa de la deuda, y la familia queda en una situación aún peor”, describe.

EL CLIMA, LOS RIESGOS Y LOS DELINCUENTES

Mauro Verzeletti, de la Red Internacional Scalabrini para las Migraciones, explicó que existen varios puntos o rutas de riesgo para los migrantes, algunas están relacionadas con la presencia de grupos delictivos y el clima, principalmente.

“Una de las situaciones que viven los migrantes es cuando abordan el tren, muchas veces cuando el tren se detiene en el camino se encuentran a grupos delincuenciales que están a espera para extorsionarlos, secuestrarlos o desaparecerlos. También cuando cruzan el Río Bravo. Además, por Nuevo Laredo, Tijuana, prácticamente en todos los puntos fronterizos”, explicó el sacerdote.

Verzeletti agregó que cuando cruzan el desierto de Arizona suelen deshidratarse, mientras que en otros lugares y en horas de la noche pueden padecer hipotermia, lo que los hace perder fuerzas y hasta morir.

“En las montañas también hay riesgos, muchas personas tienen que cruzar veredas y sufren picaduras de serpientes. Mientras que Los Zetas son los que desaparecen, secuestran y negocian con los migrantes”, indicó.

PRUEBAS DE ADN, VERIFICACIONES Y ATENCIÓN

El entrevistado dijo que desde el año 2000 han solicitado a México que las investigaciones sean más profundas y se realicen pruebas de ADN a los cadáveres que se encuentran en ruta, pues regularmente los colocan en fosas comunes, sin mayores averiguaciones.

“Desde el año 2000 hemos hechos una solicitud al Gobierno de México para que cuando encuentre personas muertas y las sepulten en fosas comunes, que los coloquen en bolsas especiales para un día se haga la prueba de ADN, pero no se está cumpliendo con los requisitos que facilite la identificación dela osamenta cuando la encuentran, o cuando los sepultan como xx no hacen la debida averiguación”, lamentó.

El religioso agregó que el Gobierno de Guatemala debería exigir por medio de la protección consular que se creen mecanismos bilaterales para que realmente faciliten procesos de reconocimiento de personas cuando se encuentran.

Por otro lado, el pasado 14 de marzo, la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), junto a otras instancias participó en un foro sobre las desapariciones forzadas en el contexto de migración.

La procuradora adjunta, Claudia Maselli, indicó que una de las prioridades de la gestión del PDH es el tema de personas migrantes; dijo que se debe prestar mayor atención a la defensa y protección de los derechos de este sector de la población.

Maselli reiteró que estas personas son víctimas de múltiples formas de discriminación y violencia en sus países de origen, en tránsito, destino y retorno, siendo las desapariciones forzadas una de las vulneraciones más frecuentes.

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