Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Cuando uno no se dedica a indagar, estudiar o al menos a informarse con gente objetiva, el problema es que se terminan repitiendo cosas que denotan falta de argumentos porque simplemente se quiere defender lo indefendible. Lo que la Corte de Constitucionalidad (CC) hizo ayer fue sencillo, aplicar la ley, porque tras los cambios a la Ley Orgánica del Congreso los tránsfugas no podían integrar la Junta Directiva que, con miles de razones, logró Arzú y Compañía.

Mientas unos terminan de asimilar lo que significó recibir ese balde de agua fría, otros recurren a lo único que saben y que consiste en decir que esto es un golpe técnico propiciado por una izquierda que no sabe cómo llegar al poder, que hay personas que se arrogan representatividad que no le corresponde, que es necesario pasar por las cabezas de los medios “negativos”, que esto es un pacto de terroristas, etc., etc., y por el otro lado estamos otros que entendemos que esta es una oportunidad que el país no puede desaprovechar.

A principios de enero, nos agarraron “en curva” por no decir una vulgaridad y cuando sentimos, ya nos habían metido un derechazo para que Arzú se alzara con el poder del Legislativo, tras tener el Ejecutivo. Luego hicieron algunos cambios claves en el Gobierno para defender a operadores del Pacto y proteger a otros con las mismas preocupaciones, tras lo que vino la destitución de Foppa y la reciente remoción de Rivas en Gobernación y todo parecía una ruta perfecta para copar las cortes y asegurar un Fiscal General ad hoc para derribar todo.

Pero, ahora que está empezando a ver más capacidad de unión, surge una ventana de oportunidad gracias a la correcta aplicación de la ley y ahora no podemos fallar ni ceder ante intereses mezquinos. Luis Fernando Montenegro no era opción y no porque Nineth Montenegro se lo prohibiera (como dijeron la vez pasada), sino porque nunca presentó planilla y estaba esperando a que Arzú Jr. fallara para salir al rescate. Ahora se sabe que CREO y sus jefes maniobran por él, siguiendo la línea de que hay que “negociar lo necesario” para lograr los objetivos, pero ya sabemos lo que eso significa en el Congreso.

Deben surgir más opciones dentro del Congreso y no me queda la menor duda que dirán presentes aquellos diputados que de verdad tienen intenciones de enderezar el barco a pesar de las reglas en las que les tocó jugar, pero lo que resulta indispensable es que surja la opción ciudadana que le dé cuerpo y acompañamiento al intento de gente valiente que esté lista para decir YA BASTA.

Hay que recordar que los diputados dieron marcha atrás en septiembre pasado (por cierto, factura que no le perdonan a Óscar Chinchilla al que culpan de haber convocado muy rápido pues con feriado y fin de semana de por medio, la apuesta era por diluir la indignación) solo porque la gente mostró un nivel de hartazgo que, aunque duró poco, logró el objetivo del momento que era rechazar y lograr la anulación de los decretos de la impunidad aprobados en el Día Infame.

Pues ahora, como dije en el titular, fallar esta oportunidad para enderezar el barco y lograr una Junta Directiva que se pueda ocupar de impulsar una agenda de cambio (ley electoral con verdaderas reformas –la que mandó el TSE–, reformas a la justicia, nuevo sistema de compras y ley de servicio civil, por decir lo menos) que nos permita llevar al país en una verdadera ruta de sostenibilidad que ofrezca, como decía Arzú, hechos y no palabras.

No es momento de pasar por encima de la cabeza de nadie (ni por lo pícaros que puedan ser), por el contrario, con cabeza fría hay que ganar una batalla que requiere de alma, corazón y huevos para romper los lazos ya trenzados con los que esperan anclarnos para siempre a la dictadura de la corrupción.

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