Por ALBERTO ARCE,
MÉXICO
Agencia AP

Decenas de miles de personas marcharon ayer por la principal avenida de Ciudad de México para protestar por la desaparición de 43 jóvenes en el sur del país y pedir al gobierno que los encuentre.

La multitud, en su mayoría jóvenes portaban banderas mexicanas con lazos negros de luto sustituyendo sus habituales franjas roja y verde, y repasaron los números del 1 al 43. Los manifestantes también corearon: «Vivos se los llevaron, vivos los queremos».

En Chilpancingo, la capital del estado de Guerrero, grupos de manifestantes enfadados por la incapacidad del gobierno para encontrar a los desaparecidos utilizaron camiones robados para bloquear las tres carreteras de acceso a la ciudad durante varias horas.

_Inter25_1bLos jóvenes desaparecidos estaban matriculados en una escuela de magisterio rural en Guerrero. Fueron atacados por la policía tras una confrontación en la ciudad de Iguala el 26 de septiembre.

La fiscalía dice que los estudiantes fueron entregados más tarde a un cartel de la droga, algunos de cuyos miembros han reclamado haber matado a los jóvenes. Pero a pesar de una amplia búsqueda, las autoridades han sido incapaces de encontrar señal alguna de ellos.

Muchos de los padres de los desaparecidos se unieron a la protesta de Ciudad de México el miércoles, portando retratos pintados a mano de los jóvenes.

«La desaparición de los estudiantes es el detonante de la explosión de dolor acumulado por los miles de desaparecidos que hay en el país», dijo Camila Bernal, una chilena de 19 años que estudia comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México.

El gobierno mexicano estima que 22.322 personas han desaparecido desde finales de 2006, cuando empezó la guerra contra la droga en el país.

Los 43 estudiantes han recibido mucha más atención que cualquier otro caso, en parte porque la policía supuestamente corrupta de Iguala podría haber jugado un papel muy claro en su desaparición. Los agentes trabajaban presuntamente para el cartel Guerreros Unidos que, según los cargos presentados por las autoridades, tenía vínculos con el ex alcalde de la ciudad, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda.

La pareja se fugó poco después de la desaparición de los estudiantes. Fueron arrestados por la policía en un registro el martes, cuando estaban ocultos en un barrio pobre de Ciudad de México.

El fiscal general, Jesús Murillo Karam, dijo que agentes federales fueron alertados de la presencia de la pareja en el lugar por una de sus socias, Noemi Berumen, quien aparentemente acompañó a los dos detenidos o les ayudó en su huida de la justicia. Berumen fue también arrestada en la redada.

«La casa en la que fueron encontrados parecía como si estuviese abandonada», dijo Murillo Karam. «La razón por la que empezamos a sospechar de esta persona (Berumen) fue porque parecía estar entrando a una casa abandonada».

Las autoridades descubrieron fosas comunes clandestinas y los restos de 38 personas durante la búsqueda de los estudiantes, pero ninguno de ellos fue identificado como ninguno de los desaparecidos. Además de los arrestos del martes, al menos 56 personas más fueron detenidas, y el jefe de policía de Iguala está también bajo investigación.

Antes de su huida el mes pasado, el alcalde y su esposa dirigían Iguala como un feudo en colaboración con Guerreros Unidos, dijeron funcionarios. Abarca recibía supuestamente hasta 220.000 dólares cada pocas semanas en sobornos para pagar a la policía corrupta.

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