Grecia Aguilera

“La mañana es un pensamiento azul. Fulge el sol como una idea de oro. Flotan las nubes blancas como ensueños. Sobre los cerros, las cordilleras, sobre las alamedas se doran las ilusiones. La Naturaleza es un himno broncíneo en dondequiera. Oímos a la vida cantar, y le decimos: Vida ¿cuál es tu sentido? -Tú lo sabes, responde la visión deslumbrante. Este es un material que se te ofrece para crear con él cuanto desees. Puedes forjar un ángel, una estrella, un aroma. Puedes ser algo etéreo, o ser un diamante. Todo depende de ti. -Ah, pero eso no es lo usual, el cuadro es sombrío. Y ¡cuánto permanece oscuro, triste, lisiado, mendicante, ruin, grosero y pestífero! Hay vidas indeseables. -No mires el cuadro de quienes ya están en el propio infierno de ser lastre de la existencia, de ser el gemido, la súplica o el hato en espera del grito de comando y del acial. Haz como Ruskin, alza la vista hacia lo bello. Si lo sucio está sobre el suelo, inmediatamente eleva tus pupilas hacia el éter azúreo. ¡Qué susurrar de eucaliptares, qué verdear de pinaledas, qué rutilar entre las hojas de los encineres! Cruzan sanates de gritos roncos y clarineros, parecen desmenuzar el zafiro de la mañana. -Vida, tu consigna. -El valor de vivir superiormente. ¡Superar! Superarse y superar. El material puesto en tus manos es para mejorarlo, es para entregarle a la muerte, la ‘Renovadora de la Inmortal’, un trabajo más perfecto, pues sin la muerte ¿qué sería de una tan espantosa estática decrepitud? La muerte es la rejuvenecedora, y la que anuncia los nuevos genios y los nuevos rumbos. -Entonces Vida, ¿no se teme la muerte? -No, tu material es para crear, es para hacerlo resplandecer, es para brindarlo a quienes deseen salir de su nimbo, a quienes no se conforman con vivir en limbo de incapacidad, en destruir una obra hermosa por inercia o maldad. Desde la zona aledaña abarcamos una calma colmada de vibraciones. La unidad urbana se torna en un algo multífono. Pensar en esos sonidos ya inaudibles por exceso o disminución de decibeles, pensar en cuanto aún nos rodea lo incógnito, en los espíritus aéreos, en las almas del éter. Mas, aquí la Vida: -Vida ¿qué eres? –Lo que te sientes. Creces, eso es vivir; sueñas, eso es vivir; ayudas, eso es vivir; amplías el horizonte tuyo y el de los otros, eso es vivir; eres dinámico y renovador, eso es vivir; eres el amor que embellece, eso es vivir. –Y además puedes optar: ser un águila o un buitre, ser un cóndor o una sierpe, ser un cisne o un gavilán. Ser una rosa o un espino, ser un perfuma o ser lo nauseante. Y eso no sólo en el aspecto sino en lo íntimo: cuántos nos repelen a través de su desfigurada estampa y cuántos atraen por innata bondad, por su dinamismo ante los otros. -Entonces ¿Vida? -Esto es tu ocasión. Qué te importan los años, no hay vejez espiritual ni mental para quien se mantiene en discípulo, maestro, innovador o creador. Hay que estar alerta ante la sensibilidad, ésta ya no admite opiniones y se cree el ‘sumum de la sabiduría’, es una ruina autócrata. –Pero el dolor, ¿Oh Vida? –Lo dominas, lo dominas. Lo tornas gimnasia de tu paciencia, de tu abstracción, de la forma para doblegarlo. No estás solo, Dios sobre la ciencia y la mística trabaja para hacer más dulces los días del ser humano y darle treguas a su tarea. Treguas, jamás descanso definitivo. –Y ¿qué otra norma? –También abrir paso a otras vidas creadoras. Ceder paso a quien renueve, renovémonos con los novadores, entremos cantando iluminados en los nuevos caminos, porque la vida danza con los himnos triunfales, porque el ser humano es la altitud que escoja: la del reptante o la del alado. Vuela pues con la Vida sobre todo lo ordinario y explora los rumbos y báñate de sol, de nube, de Espacio. ¡Ten el valor ser tu misma luz!

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