Por ANDREA RODRÍGUEZ,
LA HABANA
Agencia (AP)

Rodolfo Morales recibió unas seis llamadas telefónicas diarias entre septiembre y octubre de 2016. Todas eran de turistas europeos y estadounidenses ansiosos por reservar una de las dos habitaciones que renta en su casa a un costado de la Bahía de La Habana, pero en los mismo meses de 2017 no tuvo ni un solo visitante y el desesperado era él.

Medio año después de que el presidente Donald Trump truncara el acercamiento entre Estados Unidos y Cuba iniciado por su predecesor Barack Obama para supuestamente presionar al gobierno hasta lograr un cambio en el modelo político de la isla y beneficiar al incipiente sector privado, las cosas parecerían ir a contracorriente de sus intenciones.

Según cifras del gobierno cubano a las que The Associated Press tuvo acceso, en 2017 se registró un récord de 4,7 millones de visitantes, un incremento de 18% en relación a 2016, e ingresaron más de 3 mil millones de dólares por turismo, el grueso de lo cual corresponde al sector estatal.

Sin embargo, los propietarios de restaurantes y alojamientos privados reportaron fuertes caídas en sus negocios y esas estadísticas indican que solo 34% de los turistas sin especificar nacionalidad se alojan en las 24 mil habitaciones privadas de las que tiene registro el país.

“Con los anuncios de acercamiento del presidente Obama y en los meses posteriores hubo una explosión de turistas. Se veían por todos lados”, dijo a la AP Morales, un jubilado de 74 años que complementa su retiro con el alquiler de sus cuartos. “Nos llamábamos unos a otros entre los vecinos para dar cabida a tantos visitantes… Luego se desplomó”.

Según Morales, este boom se desarrolló entre diciembre de 2014 y agosto de 2017, pero luego del paso del huracán Irma en septiembre pasado, recibió cancelaciones de unos franceses que alegaron haber sido advertidos por sus agencias de viajes sobre el desastre ocasionado por el ciclón y no tuvo un solo estadounidense por lo menos los últimos seis meses.

Tras ese desastre natural, en Cuba se registraron pérdidas de infraestructura turística superiores a 300 millones de dólares.

Durante cinco décadas, la política estadounidense trató de estrangular la economía cubana y limitó las visitas de sus ciudadanos. No obstante, Obama admitió que no se había logrado el cambio deseado y optó por un deshielo y flexibilidad de los viajes de sus connacionales como una manera que fortalecer al sector privado de la isla caribeña.

Cuando Trump echó esas medidas para atrás, impuso a los estadounidenses la condición de hacer las visitas en grupos, prohibiéndoles negociar con algunas entidades y emitiendo alertas de viaje para que reconsideren el destino Cuba.

Dado que Cuba canaliza a los turistas que contratan tours para visitar la isla con instalaciones coadministradas por el Estado y grandes firmas europeas, los estadounidenses que antes podían viajar de manera independiente eran un sector codiciado por los emprendedores.

Las políticas de Trump no fueron las únicas que sacudieron al sector privado de la industria turística cubana en los últimos tiempos: las autoridades locales anunciaron en agosto una congelación de la entrega a particulares de nuevas licencias en sectores como restaurantes o alojamientos, bajo el argumento de que se debe mejorar el control de la evasión fiscal y para evitar la compra de bienes robados al Estado.

“Sin duda el mejor año que tuvimos fue 2016, antes de que llegara a la presidencia Trump”, comentó Yunaika Estanque, quien tiene un hostal de tres habitaciones a pocas cuadras de la Avenida del Puerto.

“Yo me defiendo porque tengo un convenio con una agencia inglesa, pero hablo con otros arrendadores y están mal”, agregó. “La gente abrió bares y restaurantes también pensando en la llegada de los estadounidenses, ellos consumen bien y dejan propinas”.

Según expertos consultados por la AP, la cifra de turistas internacionales en la isla creció en un 56% entre 2014 cuando había tres millones y 2017, cuando se alcanzaron 4,7.

Tampoco ha decrecido desde que Trump emitió sus políticas.

En enero pasado, la directora de Estados Unidos de la Cancillería cubana, Josefina Vidal, indicó que en 2017 visitaron Cuba unos 619 mil estadounidenses y 453 mil cubanoamericanos, en contraste con los 91 mil estadounidenses y 361 mil cubanoamericanos que llegaron en 2014.

Para el economista experto en turismo y académico, José Luis Perelló, el presidente estadounidense no logró cerrar la brecha de visitantes que se abrió con Obama, al tiempo que observó una nueva tendencia en materia de viajes a la isla: los cruceros.

Hasta el 10 de diciembre de 2017 habían arribado 541 mil cruceristas en contraste con los 184 mil de 2016.

“Las regulaciones no tocan a los cruceros. Las líneas han anunciado programas hasta el año 2019”, agregó Perelló.

Cuba opera actualmente 382 hoteles, 88 de los cuales son administrados por 20 cadenas internacionales de la talla de Meliá y Barceló.

“El turismo sí se ha incrementado en Cuba, con excepción del turismo americano (estadounidense) pero aun así los he visto. En un futuro cercano van a volver, estoy seguro”, dijo con entusiasmo Nelson López, un guía de “free tours” en inglés de 25 años que camina La Habana cada mañana con visitantes mostrándoles la ciudad.

A su lado, su colega Javier Rodríguez lo confirmó. “Hay algo mágico aquí y es único… Los turistas van a seguir viniendo”.

 

Artículo anteriorLas mejores fotos de la semana en América Latina
Artículo siguienteRelanzan en EE. UU. la campaña contra el cigarrillo