Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El apabullante triunfo electoral de los republicanos en las elecciones de mitad de período ayer en Estados Unidos constituye una pésima noticia para los inmigrantes que trabajan sin papeles en los Estados Unidos porque significa que la línea dura del partido más conservador, representada por el movimiento llamado Tea Party, tendrá no sólo control de la Cámara de Representantes sino del Senado y cualquier legislación que se produzca sobre el tema migratorio será con mentalidad punitiva para castigar a los “ilegales”, y jamás con mente humanitaria ni de razonamiento económico que reconozca el aporte que hacen con su trabajo quienes cruzan la frontera.

En condiciones normales y si el Presidente de los Estados Unidos fuera un blanco, seguramente que el resultado hubiera sido distinto porque la economía camina inmejorablemente en ese país, el desempleo ha disminuido, en tanto que el principal enemigo de los Estados Unidos, Bin Laden, fue muerto en una operación militar montada para eliminarlo. Hasta el precio de los combustibles se encuentra en su punto más bajo en décadas mientras la Bolsa de Valores alcanzó niveles de récord, en tanto que la reforma del sistema de salud ha ayudado a mucha gente y no tuvo las consecuencias catastróficas que vaticinaron los republicanos. Pero nada de eso valió y a Obama se le propinó un voto de castigo que significa el bloqueo de la administración pública durante los dos próximos años porque el Congreso, que ha sido causante de estancar cualquier avance, será ahora más poderoso para mantener ese estancamiento.

Yo creo que si de algo es culpable Obama es de haber sido demasiado contemporizador y de no usar sus poderes ejecutivos para impulsar una agenda más abierta que rompiera ese cerco ultraconservador que le han impuesto los grupos más radicales. Creo que el electorado norteamericano vota más con el hígado y el corazón que con la cabeza, pero tal es su privilegio de acuerdo con las reglas de la democracia. Ya había comentado yo la suciedad de la campaña y en los días finales la cosa fue peor, con ataques directos contra el Presidente para desgastar a todos los demócratas en una estrategia que, obviamente, dio resultado.

Pero en lo que se refiere a los compatriotas que viven y trabajan en Estados Unidos sin papeles, la verdad es que el futuro se presenta cuando menos negro. Obviamente la campaña se basó en buena medida en la táctica de exacerbar el racismo contra los latinos inmigrantes y eso tendrá efectos en la vida diaria, en la parte cotidiana de ese esfuerzo que hacen nuestros compatriotas para trabajar y enviar dinero a sus familias.

El tema de la migración fue uno de los grandes elementos de la propaganda, especialmente alentado por los grupos más conservadores y por la gente del Tea Party que se ha convertido en el corazón mismo del partido republicano. No cabe duda que Obama la tendrá difícil estos dos años que vienen, pero sus dificultades serán mayores si renuncia a impulsar acciones usando su poder ejecutivo y, de no hacerlo, condena a los inmigrantes a sufrir racismo y discriminación.

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