Juan Francisco Reyes López
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En el capítulo 31, titulado “TODOS CONTRA ARZÚ”, vuelve a darse la circunstancia que Álvaro mezcle varios temas.

En la página 317 se refiere a cómo Roberto Alfaro y Leonel López lo desplazaron a él, y al Club de París, de la Secretaría General del PAN. Alfaro, a quien él nombró en el INFOM, fue asesor del presidente Ramiro de León Carpio y, precisamente, fue Alfaro quien planteó un antejuicio en mi contra cuando Harris Whitbeck y yo les permitimos a los cronistas parlamentarios escuchar un casete, donde dos personas conversaban y explicaban que el problema económico del PAN se había resuelto porque Ramiro de León, a través del jefe de Estado Mayor, les había otorgado una cantidad de millones para la campaña política.

Ello motivó que  Alfaro planteara una solicitud de antejuicio en mi contra, cuando había sido el entonces alcalde Óscar Berger quien públicamente dijo quién era una de las voces que se escuchaba, aspecto que fue publicado por Prensa Libre.

En todo caso, aun cuando en la página 318 Arzú señala que Emilio Saca, en su opinión, hubiera sido el secretario general y lo elogia, olvida que Saca adulteró los documentos de la seguridad de su padre para poder justificar que procedía, aunque hubiera nacido en México, la ciudadanía guatemalteca, lo que le permitió ser diputado cuando legalmente no le correspondía.

Álvaro también evidencia su irritación contra Alfonso Portillo cuando dice: “Alfonso Portillo nunca atacó a Óscar Berger, sino a mí, aunque su contrincante era Berger.  La única vez que hablé con Alfonso Portillo fue durante el debate final de mi campaña presidencial, ante las cámaras de televisión, y de allí nunca más, hasta un día antes de la toma de posesión lo recibí en la Casa Presidencial. A mí me dijeron que la estrategia política había sido no perder el tiempo atacando a Berger, quien no caía mal.  Atacarlo no los beneficiaba y hasta se les podía revertir.

Al respecto y sin pretender ser hiriente se me viene a la mente la frase “Pobrecito cocodrilo”, por cuanto Álvaro evidencia no comprender que el candidato que el PAN y él escogieron, su socio y amigo, Óscar Berger se enfrentó políticamente a una estrategia del FRG, donde la plataforma fue presidente Alfonso Portillo, vicepresidente Juan Francisco Reyes López y acompañante permanente Efraín Ríos Montt, quien sin duda alguna es y ha sido un líder nacional, a quien incluso, para impedirle ser candidato presidencial, se puso una norma en la Constitución, que nunca había existido anteriormente, aplicándole el criterio de que quienes habían sido Jefe de Estado o Presidente, como consecuencia de un golpe, no podían ser candidatos a la Presidencia, ellos y sus parientes consanguíneos, inclusive los que no habían todavía nacido.

Álvaro señala que no recibió a quienes habían quedado electos sino hasta un día antes del cambio de mando, lo cual es una prueba de que en la realidad prácticamente no hubo una entrega de gobierno.

En la página 319, Álvaro vuelve a decir “Yo no hablé en privado con Alfonso Portillo, sino hasta el día cuando llegó a la Casa Presidencial con Paco Reyes, su vicepresidente, ya estábamos presente Guicho Flores y yo. “Bueno y pues ya ganó-le dije-. Así que aquí es en donde va a estar”, y no teníamos ni de qué hablar, la pura verdad”.

¿Es procedente eso de un mandatario? ¿Es eso digno y respetuoso para un país o demuestra cómo se dejó el gobierno?

¡Guatemala es primero!
Continuará…

 

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