Ángel Cuéllar Morales

Cada vez que leemos los periódicos del país, son pocas quizá ninguna, alguna noticia alentadora para Guatemala. Se habla de la corrupción generalizada en el gobierno, se señala al propio Presidente y Vicepresidenta de la República en compras millonarias que engrasan su patrimonio y a infinidad de funcionarios o allegados que se han enriquecido a costa del Estado

De los gobernantes no se escucha que estén combatiendo la corrupción, al contrario, apoyan compras sin licitación o ven pasar adjudicaciones millonadas a favor de empresas que parecen de fachada o de allegados que constituyeron sociedades oportunamente.

Al asumir el actual gobierno, creímos que algo cambiaría del nefasto que presidió Colom y se veía una luz en la oscuridad, pero al poco tiempo la esperanza se apagó.

La danza de millones resulta grotesca para nuestro país que tiene graves deficiencias en salud, educación y seguridad por no mencionar más. Van y vienen gobiernos que seguirán engañando a un pueblo con obsequios de pelotas, playeras, besos, abrazos, canciones a cambio de su voto. Pueblo que no lee ni se entera que en alto porcentaje sus impuestos van a los bolsillos de los corruptos y a cambio regalan una Bolsa Solidaria o una Bolsa Segura, para paliar un poco el descontento que genera la pobreza, mal acostumbrando a la gente soló a recibir, en lugar de enseñarles a trabajar o estudiar.

Hasta las desgracias sirven para enriquecerse, las emergencias por las catástrofes hacen millonarios a quienes «generosamente» destinan millones del presupuesto para llevar una escasa asistencia mientras pasa la tormenta, después, esperar el próximo año con los mismos problemas porque no se invierte para mejorar las condiciones de vida del guatemalteco.

El Presidente, la Vicepresidenta, los ministros, secretarios y otros altos funcionarios, deberían darle al pueblo de Guatemala la receta de cómo estirar el sueldo como ellos lo hacen, para comprar mansiones, fincas, yates, viajes, etc., a fin de que la mayoría que gana el salario mínimo pueda siquiera pagar la cuota de un colegio para sus hijos, ya que la educación pública es deficiente y acceder a una consulta médica privada que oscila de trescientos a cuatrocientos quetzales, ya que tristemente la atención hospitalaria a nivel nacional es deprimente.
Lamentablemente, en el horizonte no se ve un cambio radical sino lo mismo. Nuevamente se ha perdido otra oportunidad de una Guatemala mejor.

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