Para hoy está previsto el último esfuerzo del año para que el Pacto de Corruptos cierre con broche de oro. Ya el diputado Javier Hernández aterrizó de la nube en que andaba retirando su candidatura para presidir el Congreso y todo apunta a que el diputado Álvaro Arzú Junior es el ungido y están a la espera de que de un momento a otro aparezca el Nuncio Apostólico de Su Santidad el Papa Francisco para darle la bendición correspondiente, sellando así una Nueva Alianza que, sin duda, preocuparía muchísimo al heredero del Trono de San Pedro en El Vaticano porque si algo ha sido definido y categórico en este período papal es la denuncia y condena constante de la corrupción como uno de los mayores pecados por el daño que hace a los más pobres que son hijos favoritos de Dios.
Con Hernández vuelto a la mínima dimensión que le corresponde, pensaron que es momento de demostrar que amor con amor se paga y que así como el Alcalde se volcó en favor del Presidente, hablando hasta de una intención de darle golpe de Estado cuando simplemente fue acusado de recibir financiamiento electoral ilícito, ahora que es el alcalde Arzú quien se encuentra sindicado de delitos que por el momento, nótese bien la expresión, son apenas por haber hecho negocios con Lima cuando éste estaba en la cárcel, piensan que una forma de mostrar el acuachamiento absoluto es apoyando al Junior para la Presidencia del Congreso. Advertidos de que no tiene experiencia ni conocimiento, simplemente responden que ya tuvieron un año a Chinchilla y sobrevivieron, por lo que pueden apostar a que Arzú haga lo propio.
Hay que advertir que aunque Arzú hijo fue electo con el concurso de Roberto González Díaz-Durán por la alianza que hizo con su antiguo jefe, el Alcalde, en esta oportunidad no está tocando tablita en el arreglo y aunque haya sido diligente para cumplir con el Pacto de la Corrupción, queda afuera porque Chinchilla aún alienta esperanzas de convertirse en otro Ríos Montt que haga carrera como Presidente del Congreso.
Pero insistimos en que el detalle principal está en la bendición que tiene que venir del Nuncio y, por consecuencia lógica, del Presidente de la Conferencia Episcopal que no tendrá empacho en decir que habla en nombre de todos los obispos de Guatemala al avalar el Pacto de Corruptos consagrado con Bendición Apostólica y todo lo que ello conlleva. Para fortuna del Nuncio parece que en El Vaticano no saben nada, saben de lo que hace desde cuando atacó al Embajador Robinson y empezó a mostrar su catadura.