Por ERIC NÚÑEZ,
KANSAS CITY,
Agencia AP

Quizás sean un equipo imperfecto, pero los Gigantes de San Francisco pueden presumir con toda ley que son una auténtica dinastía en el béisbol de Grandes Ligas.

Su tercer campeonato de la Serie Mundial en cinco años es el último aval para el cartel, obtenido anoche gracias a un abridor convertido en relevista, la inspiración de un corpulento tercera base de Venezuela que en octubre brilla como nunca y un mánager que es un ajedrecista manejando sus piezas.

Madison Bumgarner salió del bullpen y lanzó cinco innings de un relevo casi perfecto, Pablo Sandoval anotó un par de carreras y los Gigantes de San Francisco doblegaron 3-2 a los Reales de Kansas City en un vibrante séptimo juego de la Serie Mundial.

_Depo27_1bLos antecedentes remaban en contra de los Gigantes, con el recordatorio que habían transcurrido más de tres décadas desde la última vez que un equipo —los Piratas de Pittsburgh— se coronó ganando el séptimo juego en estadio ajeno. No sólo rompieron con el patrón, sino que extendieron a ocho su racha de victorias en juegos de postemporada con la soga en el cuello.

En un duelo en el que ambos abridores no duraron nada en el montículo, los mánagers Bruce Bochy y Ned Yost protagonizaron un mano a mano con sus bullpens.

Y Bochy tenía la mejor arma a su disposición, la frialdad de Bumgarner, el espigado zurdo de 25 años que acabó con un rescate en su tercera aparición de este Clásico de Otoño para ser consagrado como el Jugador Más Valioso.

Como signo de exclamación de una de las actuaciones más brillantes en la historia de la postemporada, Bumgarner retiró a 14 bateadores de manera consecutiva con apenas dos días de descanso.

«No me puse a pensar en innings o en cuenta de pitcheos. Sólo pensé en sacar outs hasta que no pudiera sacar más», dijo Bumgarner.

Sólo se llevó un susto para sacar el último out. El jardinero central Gregor Blanco pifió al tratar de recoger una línea bateada por Alex Gordon. Juan Pérez, de titular en el bosque izquierdo por su defensa, recuperó la pelota en el muro y Gordon quedó anclado en la antesala.

Pero Bumgarner forzó a Salvador Pérez a que elevara de foul al tercera base Pablo Sandoval para el out número 27 de la noche.

«Me hizo un pique extraño. Son cosas que pueden pasarle a cualquiera», dijo el venezolano Blanco.

En el que quizás fue su último juego con los Gigantes, el Sandoval se fue de 3-3 y anotó dos carreras. El venezolano, que culminó la serie con promedio de .429 y además, fijó un récord con 26 hits en una misma postemporada, puede declararse agente libre en los próximos días.

La respuesta del «Kung Fu Panda» fue enfática cuando le preguntaron si desea pactar un nuevo contrato para seguir en San Francisco: «Sin ninguna duda».

Sandoval se tiró de espaldas sobre la gramilla. Bumgarner y Posey se fundieron en un abrazo en el montículo para iniciar el festejo de todo el equipo.

Tres días después de lanzar una blanqueada de cuatro hits, con 117 pitcheos para ganar el quinto juego, Bumgarner amansó con facilidad pasmosa los bates de los Reales.

Una noche antes, luego de la derrota 10-0 que niveló la serie, Bumgarner se burló de los comentarios sobre los límites de lanzamientos que imperan en la actualidad. Tiró 68 este miércoles para dejar en un ínfimo 0.25 su efectividad de por vida en el clásico, lo cual es un récord.

«No puedo mentirles más. Estoy fundido», dijo Bumgarner.

Los Gigantes, con una nómina integrada por varios descartes de otros equipos, salieron campeones en 2010 al vencer en cinco juegos a Texas, conquistando su primer título desde 1954 en Nueva York. Dos años después, barrieron a los Tigres para el siguiente título.

Con su tendencia de crecerse en los años pares, los Gigantes se convirtieron en el segundo equipo de la Liga Nacional que gana tres títulos en un lapso de cinco años, igualando a los Cardenales de San Luis de 1942-46.

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