Javier Monterroso
De los tres organismos del Estado sin duda el Congreso de la República es el más pequeño, pero sin duda es también el más poderoso debido a la gran importancia de sus funciones, mediante la función legislativa establece el marco de lo permitido y lo prohibido tanto para ciudadanos como para el Estado, mediante la función fiscalizadora verifica la correcta marcha del gobierno y la buena ejecución de los recursos, mediante la función presupuestaria aprueba el Presupuesto General de la Nación para que éste se gaste en función de las prioridades y necesidades del país, también tiene una función de provisión de cargos mediante la cual nombra a una gran cantidad de importantes funcionarios públicos, e incluso tiene una función de poder constituyente derivado mediante la cual puede reformar la Constitución Política de la República.
Lamentablemente el Congreso de Guatemala ejerce mal todas sus funciones: mediante la función legislativa intentaron aprobar reformas al Código Penal para generar impunidad para ellos y un gran número de personas condenadas o procesadas por diversos delitos, utilizan la función fiscalizadora como un mecanismo de extorsión citando y acosando a funcionarios públicos hasta que éstos les proporcionan plazas o proyectos, utilizan la función presupuestaria para garantizarse jugosos contratos para sus empresas o las de sus financistas, los nombramientos de cargos casi siempre recaen en personas no idóneas pero que son cercanos a ellos y que les pueden otorgar plazas y las importantes reformas constitucionales al sector justicia duermen el sueño de los justos desde hace un año.
Definitivamente estamos ante uno de los peores Congresos de la historia de Guatemala, muy pocos de los 158 diputados realmente realizan su labor en forma adecuada, casi 40 diputados enfrentan procesos penales por diversas causas que van desde asesinatos hasta temas de corrupción, debido a todo esto el Congreso se encuentra deslegitimado y la ciudadanía ha perdido la poca confianza que tenía en los políticos.
Sin embargo, el Congreso de la República es el único ente que tiene la llave para salir de la crisis de ingobernabilidad en la que nos encontramos desde hace años: sólo el Congreso puede declarar con lugar el antejuicio contra Jimmy Morales el presidente más inútil de la historia y que se ha convertido en un estorbo para avanzar en muchos temas, sólo el Congreso puede hacer una reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos que permita nuevos actores políticos a nivel nacional y departamental, sólo el Congreso puede convocar a una reforma constitucional para modificar aspectos deficientes en nuestro diseño constitucional y que son algunas de las causas de nuestro subdesarrollo, y finalmente sólo el Congreso puede autodepurarse ya sea mediante una renuncia colectiva o reformando la Constitución para adelantar las elecciones como se hizo en 1994.
Entonces pareciera que estamos en un callejón sin salida, el Congreso es la clave para los cambios que el país necesita, pero también es uno de los principales problemas. ¿Qué debemos hacer?