Martín Banús
marbanlahora@gmail.com

Íbamos sentados en la parte de atrás cuando subió al bus una mujer rubia y joven; típica nórdica. Aun de pie, sacó de su bolsa un pequeño talonario de boletos o tickets… (Es importante aclarar que en Suecia no se paga al conductor al momento de subir al bus como hacemos en Guatemala. El pasajero debe comprar previamente su boleto o ticket de transporte. Estos vienen en un pequeño talonario de varios tickets, aunque también se pueden comprar sueltos. Los quioscos de revistas y periódicos los venden en cada parada. Una vez dentro del bus se toma uno de los boletos del pequeño talonario y se perfora en unos aparatitos especiales para ese fin, colocados en algunos de esos característicos postes interiores del autobús.) La muchacha, “tickets” en mano, en vez de marcar un sólo boleto para ese viaje, comenzó a marcar varios de ellos… Cuando vimos lo que hacía, Patricio me comentó que seguramente se trataba de una turista, quizás noruega o danesa; se levantó y se le acercó con el fin de explicarle que sólo debía perforar un boleto por su viaje. Desde cuatro o cinco metros observé toda la escena. Intercambiaron sonrientemente palabras dos o tres veces cada uno. Al final, a manera de despedida, ambos rieron más ampliamente y Patricio regresó sonriente a sentarse junto a mí. Después de unos segundos con la mirada perdida por la ventana y ante mi insistencia, Carbajal pareció volver en sí y me explicó lo sucedido. No se trataba de una turista, no. Era sueca y obviamente sabía que era un ticket por viaje, pero ella explicó justificándose, que la semana anterior había estado viajando sin boletos porque no le habían pagado, y ahora estaba poniéndose al día con el Estado, perforando los tickets que no había perforado esa semana anterior…

Otra historia real:

Un conocido y joven empresario de Guatemala se fue a Suecia a hacer un interinato, como uno de los requisitos previos que la casa matriz requería, para iniciar operaciones con la franquicia respectiva y la distribución de tales productos suecos en Guatemala. Se alojó durante el tiempo que duró su entrenamiento, en la casa de un colega sueco que también trabajaba en esa misma empresa, de tal modo que para ir a la oficina y regresar, salían diariamente muy temprano en el carro del anfitrión. Solían llegar entre diez y quince antes de la hora exigida y eran de los primeros en llegar al enorme estacionamiento de la empresa.

Por varios días nuestro compatriota, a quien llamaremos José, notó que Olof, su anfitrión, se estacionaba en diferente lugar y siempre muy lejos de la entrada al edificio. Después de un par de semanas y ya con un poco más de confianza, José se decidió a preguntarle a Olof la razón por la que siempre se estacionaba tan lejos, pudiéndose estacionar más cerca y no tener así que caminar tanto hasta la entrada. Olof le dijo lo siguiente: Nosotros hemos venido temprano porque tenemos la suerte de vivir apenas a sólo veinticinco minutos en carro, de la oficina. Pero hay otros compañeros que viven mucho más lejos y tienen grandes problemas para llegar a tiempo. Es por eso que les dejamos los estacionamientos más cercanos para que no tengan que perder aún más tiempo, en caminar hasta el edificio…

Las anteriores, son historias reales que desde nuestra pobre visión del mundo, parecen eventos salidos de una historia fantástica y futurista.

Alguien nos pidió hace pocos días nuestra opinión sobre la democracia de Guatemala. Nos pareció, –para responder a esa pregunta–, que resultaba más descriptivo narrar lo que es y cómo funciona la democracia en otros países.

Espero que los anteriores casos de la vida real, expliquen claramente por qué, eso de la democracia, no se nos da, aún, en Guatemala.

Hoy, perdidos en esta nauseabunda política congresual, judicial y ejecutiva, debemos aceptar que estamos cosechando lo que somos como pueblo, pues del pueblo salieron quienes hoy nos burlan y roban, gracias además, a nuestro voto.

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