Raymond J. Wennier
El cambio de cómo hacemos las cosas actualmente y el que vemos sea necesario de ahora en adelante, es esencial si queremos mantenernos en un constante proceso de mejoría que beneficie a las instituciones y a sus colaboradores, y no es fácil. Este proceso lleva tiempo en el que habrá obstáculos que superar.
Uno de esos obstáculos será la resistencia de algunas personas en la institución. Ellos buscarán razones por las que consideran válido no querer aceptar los cambios.
Es entendible que lo desconocido cause miedo y el pensamiento de qué representan los cambios para mí en lo personal antes de pensar en el progreso de la institución. ¿Qué tengo que hacer diferente? ¿Soy capaz de hacer lo que me piden hacer? ¿Cómo van los cambios a quitarme de mi rutina que he llevado por años y son hábitos arraigados que no es fácil cambiar?
En las escuelas pedimos a los alumnos tener resiliencia para sobrepasar los obstáculos en el proceso de aprendizaje. En un aprendizaje basado en proyectos, enseñamos a los alumnos a tener perseverancia a largo plazo en la realización de sus proyectos. Pues, cuando se habla de los cambios hay que aplicarlos a nosotros mismos al introducir esos cambios.
Los cambios se dividen en dos etapas simultáneas, la primera son las nuevas Políticas Institucionales que conllevan los cambios requeridos. Sin embargo, la segunda etapa es “in situ” o sea el cómo afecta a cada individuo en la organización. Cuando hablamos de lo personal estamos incluyendo las actitudes y disposiciones de ellos. Para esos cambios es apropiado dar un soporte individual y a la vez grupal para que los colaboradores no se sientan abrumados con los cambios.
No todos quieren participar, más bien prefieren mantener el “status quo” para evitar aprender metodologías nuevas que pueden representar más trabajo. Eso, en nuestro sistema educativo es aún más problemático debido a tener que laborar en varias instituciones a la vez; por lo tanto no hay tiempo para pensar en hacer cambios.
La pregunta es: ¿Qué es lo que viene primero, las políticas institucionales de cambios, o la preparación de los colaboradores en la organización para hacer esos cambios? Creo que la institución y sus colaboradores tienen que tener una íntima comunicación para establecer una nueva visión de la institución y qué hay que hacer para lograrla a largo plazo. Es decir, al mismo momento que la participación sea efectiva en establecer el QUÉ, se está formando una actitud y una disposición de CÓMO hacerlo.
Ahora que hemos llegado al fin del año escolar, es apropiado, necesario y urgente, tomar el tiempo necesario para meditar, reflexionar y analizar lo efectuado durante el año escolar 2017 para ver qué se hizo bien y qué hay que mejorar para el año escolar 2018 y ponerlo en práctica en enero.
Hay una urgente necesidad de tener un programa formal para formar Directores Escolares que sean el enlace entre la institución (Mineduc) y sus colaboradores (maestros).
Para lograr cambios hay que INICIAR tomando los primeros pasos, si no, no habrá renovación y por ende no habrá progreso.