Luis Enrique Pérez

La palabra “noviembre” se deriva de la palabra latina “novembris”, que significaba “noveno mes”. Noviembre era precisamente el nombre del noveno mes del año; pero ahora es el nombre del mes décimo primero. ¿Cómo ocurrió este cambio?

El año del antiguo calendario romano tenía 304 días, y se dividía en 10 meses. Era un calendario lunar. Se conjetura que tuvo su origen en el calendario lunar griego, que, a su vez, tuvo su origen en el calendario lunar babilónico. Según la leyenda, fue instituido por Rómulo, primer rey de Roma, en el año 738 antes de la Era Cristiana. El nombre de cada uno de los cuatro primeros meses de ese calendario era “Martius” (o Marzo), “Aprilis” (o Abril), “Maius” (o Mayo) y “Junius” (o Junio). El nombre de cada uno de los seis meses siguientes era “Quintilis”, que significaba “quinto mes”; “Sextilis”, que significaba “sexto mes”; “September”, que significaba “séptimo mes”; “October”, que significaba “octavo mes”; “Novembris”, que significaba “noveno mes”, y “December”, que significaba “décimo mes”.

El segundo rey de Roma, Numa Pompilius, agregó dos meses. que sumaban 50 días; y el año llegó a tener 354 días. Los meses agregados fueron Januarius (o Enero) que fue el primer mes del año, y Februarius (o Febrero), que fue el último; pero en el año 452 antes de la Era Cristiana, Febrero fue el segundo mes del año. Entonces “Septiembre” ya no fue el nombre del séptimo mes, sino del noveno. “Octubre” ya no fue el nombre del octavo mes, sino del décimo. “Noviembre” ya no fue el nombre del noveno mes, sino del décimo primero. Y “Diciembre” ya no fue el nombre del décimo mes, sino del décimo segundo.

Los antiguos romanos le temían a los números pares, porque creían que eran portadores de maleficios. Precisamente un año de 354 días tenía un número par de días; y para que tuviera un número impar, se agregó un día. Ese día fue agregado a Enero. El nuevo año tenía, por consiguiente, 355 días. También por aquel temor, originalmente todos los meses tenían un número impar de días, excepto Febrero, que tenía 28 días; pero no importaba que ese mes tuviera un número par de días porque era el mes en que se celebraba Februa, que era un festival purificador, propicio para evitar los maleficios de los números pares. Los meses Marzo, Mayo, Julio y Octubre, tenían, cada uno, 31 días; y Enero, Abril, Junio, Agosto, Septiembre, Noviembre y Diciembre tenían, cada uno, 29 días.

Un año de 355 días era menor que el año solar. La diferencia equivalía aproximadamente 10 días y 6 horas. Entonces, en algún momento, ya no había una sensata correspondencia entre calendario y estaciones del año. Con el fin recuperar esa correspondencia, solía intercalarse un nuevo mes, una vez cada dos años. Con el mes intercalado, en un período de cuatro años el año tenía un número promedio de 366 días y seis horas.

Quienes intercalaban el nuevo mes eran los pontífices que auxiliaban al gobernante en el cumplimiento de sus funciones rituales. Probablemente a causa, por ejemplo, de una errónea interpretación, o de negligencia, o de algún oculto interés, los pontífices intercalaban tres meses cada cuatro años; y persistió la incorrespondencia entre calendario y estaciones del año. En el año 46 antes de la Era Cristiana, Julio César solicitó al matemático alejandrino Sosígenes, proponer una reforma del calendario romano. Fue adoptado un año solar, o año tropical, de 365 días y seis horas, propuesto por Sosígenes. El nuevo calendario se llamó “juliano”.

En el año 44 antes de la Era Cristiana, el mes Quintilis fue denominado “Julio”, en honor al dictador vitalicio Julio César. En el año 8 antes de esa misma era, el emperador Augusto denominó “Augusto” (nombre del cual deriva la palabra “Agosto”) al mes Sextilis. El calendario juliano estuvo vigente hasta el año 1582 de la Era Cristiana. En ese año fue sustituido por el calendario que decretó el papa Gregorio XIII, que actualmente es el calendario oficial en la mayoría de países del mundo.

Post scriptum. La palabra “mes” deriva de la palabra latina “mensis”, que significaba “luna”. El calendario juliano original no dividía el mes en semanas. La división fue introducida por el emperador Constantino I, en el cuarto siglo de la Era Cristiana.

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