Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

Tendemos a tender (con redundancia) y a llamar a esto “costumbre”. Unos cuantos años de vida nos son suficientes para definir la aparente “naturalidad” de nuestras prácticas, también las discriminatorias, que implica justificar como “humana” a nuestra “predisposición” a someter, exterminar y matar en nombre de y por el poder. ¿Cuándo nos referimos a lo humano y su relación con el tiempo estaremos conscientes de que hablamos de miles de años?

Tener el poder significa documentar la “realidad” como mejor convenga. La construcción de “América” tenía como principal motor la intensificación del poder de España sobre esto que llamaron, el “nuevo mundo”. La idealización de los “conquistadores” y de los mitos que han hecho pasar por la historia “científica” de este país, constituyen el proceso de colonización cuyo resultado, cuatrocientos años después es: el presente, porque la historia también es hoy.

“Engrandecer los méritos de la conquista era un modo de reforzar los derechos y merecimientos de los descendientes de los conquistadores”… “Y la deformación de la conquista de Guatemala alcanzó su punto más extremado y grosero en la idealización de Pedro de Alvarado. Este personaje sanguinario (“Este infelice malaventurado tirano” como lo llama en algún lugar Fray Bartolomé de las Casas) se convirtió, por obra de la admiración de los criollos, en un semidiós adornado con virtudes que nunca tuvo.” Esto decía Severo Martínez Peláez en la Patria del Criollo, obra que se basó en la Recordación Florida de Antonio Fuentes y Guzmán, y que es el primer texto sobre historia de Guatemala que se escribe por un guatemalteco criollo (tal como lo reconocen otros cronistas), que es importante resaltar, era bisnieto del “conquistador” Bernal Díaz del Castillo.

La idealización ha sido producto de élites en búsqueda de solidificar sus privilegios. Esto provoca un desconocimiento de nuestra propia historia y sobre todo confusiones serias acerca de lo que en realidad pasó. De esta manera es que se fueron consolidando problemas estructurales como el racismo porque desde entonces se empezó a construir la figura del indio al que intencionadamente le dieron las “características” más degradantes y en principio no humanas para explotarlo, despojarlo y acabarlo.

Esto no ha ocurrido solo en el tiempo de la colonia española. La historia de los empobrecidos ha estado sujeta a las “modificaciones” de las élites. Preferimos hablar de colapso maya que posibles rebeliones o revoluciones porque en el desconocimiento que nos provocó la invasión y saqueo español también tendemos a idealizar nuestro propio pasado y terminamos pensando entonces en un todo maya de amor y paz rodeado de esoterismos, producto una vez más del racismo.

Ahora esto ocurre igual. Los descendientes de las élites también trabajan por mantener la idealización de sus antepasados porque de esta manera mantienen privilegios culturales y por ende, políticos y económicos. Se hacen libros, películas y demás, en nombre de esto. El sistema educativo en todos sus niveles sigue en la sintonía de siempre: ladinizar en nombre del “desarrollo”.

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