Por: Nicolás Díaz Castellanos

Víctor Alvarado, oriundo del municipio Unión Cantinil, en Huehuetenango, es uno de los caficultores que ha recibido capacitaciones técnicas y acompañamiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para fortalecer sus prácticas de producción y mercadeo de café.

Aunque Víctor ha hecho un esfuerzo de poner en práctica el conocimiento adquirido y así invertir en la economía local, reconoce que varios de sus familiares se han visto obligados a emigrar a Estados Unidos, en busca de oportunidades de empleo más estables e ingresos más fructíferos. Sin embargo, relata que al llegar como migrante a sus nuevos destinos, las ocupaciones desarrolladas suelen no resultar dignas ni seguras.

“Tengo a dos hermanos en los Estados Unidos, como también a tres primos, tal vez a causa de la extrema pobreza [aquí], pues quieren sacar adelante a su familia y darle a sus hijos una mejor educación”, relata Víctor, añadiendo que igualmente tiene sobrinos que han emigrado, todos ahora trabajando arduamente en proyectos de construcción, que tienden a ser peligrosos.

De hecho, uno de sus hermanos sufrió un grave accidente trabajando en la construcción mientras manejaba una pistola eléctrica de clavos, una lesión que lo incapacitó por tres meses. Más que el dolor e impotencia en el transcurso de su recuperación, durante este periodo su hermano no pudo generar ingresos ni apoyar a su familia en Guatemala.

“Si acá tuviéramos medios para no migrar a otros países, quizás nos sintiéramos más gustosos de no abandonar a nuestras familias”, dice Víctor, recordando su propia experiencia de migrante en Estados Unidos, donde permaneció dos años antes de ser regresado a Guatemala. No hace mucho tiempo atrás, Víctor contemplaba nuevamente el regresar al país norteamericano, pero el apoyo del proyecto que la FAO promueve en su zona geográfica le hizo cambiar de opinión, brindándole motivos prometedores para quedarse e invertir en su tierra.

Si bien la migración internacional sigue siendo una opción atractiva para algunos, cabe resaltar el gran potencial que presenta la economía del café en Guatemala, siendo esta una actividad que requiere de unos 70 millones de jornales al año en todo el país. Además de los 500 mil empleos relacionados al sector del café, todo empleo directo e indirecto -incluyendo los jornaleros-se convierte en una opción económicamente viable a través de este tipo de capacitaciones de innovación y adaptación al cambio climático. Con cosechas más rendidoras y mejores ingresos, los salarios y número de empleos siguen aumentando, creando el tan anhelando efecto multiplicador de ingresos y de consumo en las mismas comunidades rurales que contemplan migrar.

“Gracias a los técnicos de la FAO, nos han ayudado a alimentar nuestra ciencia [de producción],” dice, reconociendo el cambio drástico que ha visto en su metodología, disciplina y enfoque hacia sus cafetales, con base en las buenas prácticas y seguimiento técnico prestados.

“Yo tengo unas 20 cuerdas de cafetal, y [ahora] las trabajo de diferente forma. Por ejemplo, yo no establecía barreras en nuestras parcelas y ahora tengo terrazas continuas y [también implemento] la técnica de cajueleado con abono orgánico, entre otros manejos adecuados que FAO nos ha enseñado”, explica Víctor, hablando de técnicas prácticas de retención de agua en tiempos de sequía y de fortalecimiento de la planta de manera plenamente orgánica.

Otro promotor y empresario de la región, Byron Chalés del municipio de Colotenango, relata experiencias similares de migración en su familia.

“Mis hermanos están allá y el trabajo es el mismo que hay aquí, sólo que [allá] hay que luchar mucho y sin apoyo familiar,” comenta, recalcando que sus hermanos dicen estar bien en Estados Unidos pero que sienten tristeza de no estar con su familia y de saber que algunos familiares fallecen en Guatemala sin ellos poder estar presentes. “Aquí hay mejor calidad de vida,” afirma Byron, “gracias a la producción de café y gracias a la [actitud positiva de la] gente de la comunidad.”

“Yo pienso que [al migrar] se sufre al abandonar a las familias. Aquí se puede luchar y ganar la vida. Aquí somos trabajadores y eso nos permite vivir bien,” concluye Byron.

*Esta nota forma parte de un proyecto de diversas agencias de la ONU para visibilizar que la inversión en el desarrollo rural tiene resultados positivos para esa población. Fuente: FAO

 

 

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