Edgar Villanueva

Poco aprieta, dice el dicho de nuestros abuelos. Pasado de boca en boca para retratar a aquel que, por hacer muchas cosas al mismo tiempo, termina sin hacer nada. Esto nos está pasando con las añoradas reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos y la discusión que de las mismas que se lleva a cabo en la Comisión de Asuntos Electorales de nuestro vilipendiado Congreso de la República.

A sabiendas que los diputados no han aprendido la lección del 14 de septiembre de 2017 cuando se les impidió la salida del Congreso tras la maliciosa aprobación de reformas al Código Penal, ahora les hemos entregado la Reforma a la Ley Electoral. Entiendo que no tenemos otra opción, pues el sistema democrático no se puede forzar y, lamentablemente, los diputados fueron electos democráticamente. Sin embargo, quiero retratarlos tal y como son: los mismos que están dispuestos a modificar leyes para evitar ir a la cárcel, es a quienes les estamos pidiendo reformas que no les permitan seguir controlando el sistema político electoral. Estamos dejando al dipsómano, a cargo del bar.

Bajo estas condiciones, hemos cometido el error estratégico de ponerles a discutir demasiados temas al mismo tiempo. Queremos reformas relacionadas con el financiamiento transparente de las campañas, también incremento de las cuotas de paridad y establecimiento de distritos electorales más pequeños, además de la autorización para que comités cívicos (con menores requisitos que los partidos políticos) puedan participar. Al poner muchos temas sobre la mesa, hemos generado unión entre los mal llamados “padres de la patria”, pues cada reforma les genera nuevas preocupaciones a causa de las largas colas que la mayoría de ellos temen que les machuquen.

Para resolver esta encrucijada considero que debemos enfocarnos en una sola reforma. Ya estamos de acuerdo en que no queremos a los mismos decidiendo nuestro futuro, pues demostraron no ser aptos y ser ineptos para la responsabilidad que se les ha encomendado. Por lo tanto, debemos enfocarnos en quitarles el monopolio de decidir quién participa y quién no en una elección. Aunque tengamos que tener cartulinas kilométricas de participantes, no se preocupen señores diputados, nos tomaremos nuestro tiempo de evitar sus caras y marcar las de gente nueva e íntegra que permita ayudar a aprobar aquellas reformas que nuestro país necesita.

Busquemos reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos y cualquier otra ley que sea necesaria para un solo fin: que la participación en las próximas elecciones sea lo más abierta posible. Esto permitirá que Humberto Honesto, Ileana Íntegra y Tania Transparente puedan participar en igualdad de condiciones contra los dinosaurios de nuestro sistema. Y tengamos la plena certeza, que si nos quedamos cruzados de brazos y no ejercemos presión sobre los diputados para que apoyen esta única modificación, ellos seguirán buscando excusas para que todo siga igual y seguirán haciendo la pantomima con reformas solubles que les permitan seguir controlando el sistema.

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