David Napoleón Barrientos Girón
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Los militares guatemaltecos han alcanzado en la historia reciente un respetable grado de profesionalismo y sentido democrático, aseveración no gratuita, pues les ha costado a muchos de ellos: sacrificios personales, la incomodidad, la pérdida de la libertad e incluso la pérdida de la vida.

En la crisis social, política y económica derivadas del contexto del Conflicto Armado Interno, la institución castrense no solo participó aportando cuadros al quehacer del ejercicio de gobierno, también enfrentaron y ganaron militarmente el Conflicto Armado amparados en mandato constitucional. Un claro ejemplo de defensa de la institucionalidad y la soberanía que requiere el sistema político adoptado, proceso de guerra para muchos ajeno, pues se libró principalmente en el área rural, el accionar oportuno de la Institución Armada evitó que llegara a la ciudad. Y pese a que se firmó un Acuerdo de Paz en el año 1996, hoy solo los ciudadanos que fueron miembros del Ejército de Guatemala están sometidos a procesos judiciales inexactos como consecuencia de su participación en esa etapa de la vida nacional, colocando a los militares en un estadio negativo por sesgo ideológico e invisibilizando a otros actores.

Además, en la vida nacional existen otro tipo de crisis, las que han sido causadas por desastres naturales, donde los militares han participado activamente en labores de rescate, atención, recuperación y reconstrucción de manera constante y acorde a la recurrencia de estas en el marco del cambio climático, pues nos ubicamos en una zona vulnerable. La protección civil, es una noble y exigente tarea donde la institución ha demostrado su eficacia, la cual se basa en su formación profesional, organización, disciplina y capacidad para desempeñarse en condiciones adversas y con dedicación absoluta; intervención con amparo constitucional y sin postergar su misión natural, demostrando el uso beneficioso de su capacidad remanente.

El país desde el año 2015 se encuentra inmerso en crisis sociopolítica prolongada, donde la institución militar ha demostrado su madurez institucional apoyando el debido cumplimiento de la Constitución Política de la República y lo ha hecho respetando el accionar político y la soberanía que radica en el pueblo, reconociendo y respaldando el ejercicio del poder democrático, como elemento fundamental del sistema, vocación de apoyo a la institucionalidad que debe prevalecer.

Las mujeres y hombres que han integrado e integran el Ejército de Guatemala han contribuido en la consolidación del sistema sociopolítico y sin duda lo seguirán haciendo, para lo cual se requiere de una institución sólida, comprometida con el bien común, formados con principios, valores morales, éticos y así constituir esa fuerza que privilegie la independencia, soberanía y el honor de Guatemala.

Los escenarios descritos anteriormente solo son ejemplos de las capacidades de conducción, administración y dirección de los integrantes de la institución en todos los tiempos, lo que les ha dado presencia en la historia del país, con aciertos y desaciertos ya registrados. Los militares y su entorno representan un sector importante de la sociedad, además, si tomamos en cuenta cuantos guatemaltecos han prestado su servicio militar, identificamos que tienen espacio en las discusiones de país, excluirlos solo daría como resultado un foro incompleto de la representación nacional.

Los militares en activo tienen funciones claramente definidas y limitaciones expresas, pero los militares en situación de retiro tienen un papel que desempeñar en el ejercicio de sus derechos y obligaciones ciudadanas, debiendo aportar su comprobada experiencia profesional en el ejercicio de las cuestiones del Estado.

Adelante soldados, que los señalamientos provenientes de posiciones ideológicas radicales no los aparten de contribuir con el destino de nuestra Guatemala.

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