Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Lo de ayer fue categórico; la gente está harta de la corrupción y la impunidad y por ello creció el clamor por renuncias y reformas. Hoy amanecemos con comentarios de quienes defienden a los diputados y a Jimmy Morales diciendo que los que vienen son peores y quienes desde el otro lado piden una Constituyente Plurinacional pero tal y como están las cosas, la misma sería dominada por los mismos partidos que financia cualquier pícaro.

Ni uno ni otro porque las reglas siguen igual y bajo esas condiciones serán más de los mismos (como cuando en el 2015 nos forzaron a ir a elecciones) y por tanto es momento que esos grupos se queden debatiendo entre sí mientras los que deseamos cambios de fondo (y de verdad) que logren incidir en el desarrollo de la gente, podemos seguir caminando juntos para lograr el objetivo.

Pretender que quienes han sido financiados bajo las mismas reglas y cooptados por los mismos de siempre al punto que intentaron legalizar la corrupción, serán los que harán las reformas es querer seguir con la cooptación. Los 107 nuevos diputados que lleguen son sin duda parte de la misma banda porque fueron electos bajo las mismas reglas de financiamiento, pero deben saber que la ciudadanía está atenta y que a la primera que nos deseen meter una puñalada en la espalda y a escondidas, pagarán las consecuencias.

Al menos 107 nuevos legisladores deben iniciar los procesos necesarios para impulsar reformas que dificulten la cooptación vía financiamiento y se abran los espacios para que otra gente pueda aspirar al Congreso a través de comités cívicos o votación uninominal hasta que lleguemos a tener verdaderos partidos políticos.

Claro está que las reformas al sistema político no son lo único que necesita nuestro sistema en general, se necesitan reformas al sistema de justicia, de compras, adjudicaciones y concesiones, de rendición de cuentas, de servicio civil, pero nada de eso llegará si los guardianes del sistema siguen siendo los diputados que intentaron legalizar la corrupción alentados por Jimmy Morales quien operó con su Ministro de Finanzas y se envalentonó por las porras de los meros meros que han financiado campañas y que queriendo o no, se aliaron con el grupo de Melgar Padilla y Javier Hernández y tantos otros.

Una cosa se debe decir fuerte y claro: dialogar bajo las mismas reglas, en donde el actual Congreso (con los 107 mafiosos) es parte fundamental y con un Presidente que ya dejó claro que desea aniquilar cualquier esfuerzo anticorrupción, es pretender instaurar la instancia necesaria para “controlar” el cambio, PARA QUE NADA CAMBIE.

Ha existido mucha gente que ha tenido su oportunidad y han optado por elegir el lado oscuro, ¿por qué ahora, en caso de darles de nuevo el chance, habría de ser diferente? Sin duda vienen meses y quizá años de transición, pero no hay que tener miedo. Nos debe aterrar seguir con estas reglas que no invitan a más inversionistas de calidad, que hacen que nuestro mejor producto de exportación sea la gente y que seamos una perfecta fábrica de pobres.

Por eso decía ayer que fue un mejor miércoles que el de la semana pasada, pero no piense por un segundo que el objetivo está logrado, no desmaye por un ratito ni baje la guardia por un instante, no cometa el error de pensar que quienes han secuestrado la democracia la liberaran sin dar pelea; la Guatemala que soñamos aún está lejos pero hoy dimos un paso fundamental. Es La Hora de terminar lo que empezamos.

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