Arlena D. Cifuentes Oliva
Arlena_dcifuentes@hotmail.com
Deseo agradecer a la Dirección de este vespertino la oportunidad que me brinda una vez más de compartir con sus lectores mis ideas e inquietudes sobre diferentes temas que tienen que ver con el quehacer político, económico, social y cultural de nuestro país, sabedora de que este hace periodismo de altura. Muchas gracias por abrirme sus puertas.
Desde hace algún tiempo me resisto a leer los medios escritos debido a la escasa seriedad con que se traslada la información. De igual forma, muy pocas veces puedo invertir mi tiempo o prolongar mi atención en los telenoticieros, cuyos comentaristas y analistas, haciendo gala de un abordaje inapropiado, incipiente e inexperto, se quedan únicamente en comentarios y preguntas superficiales redundantes.
No es posible que en Guatemala no pueda hacerse un periodismo de altura que construya y no que destruya, que contribuya a formar, y no a deformar criterios desde las diferentes perspectivas en las que las diversas temáticas pueden ser abordadas. Sin embargo, la explicación viene a mí rápidamente: somos un pueblo primitivo en donde la mediocridad impera. Lo anterior es el reflejo y la consecuencia de ese primitivismo, como lo es el Gobierno, el Congreso de la República, la Alcaldía Metropolitana y cualquier otra institución pública o privada.
Dejando de lado las imaginaciones y suposiciones que la gran mayoría de estos “analistas” realizan en los medios, es ilustrativo ver que quienes brindaron su apoyo al presidente Jimmy Morales en la crisis política actual, y digo actual porque para mí no se ha superado, son sin excepción aquellos que como se dice en lenguaje popular “tienen la cola machucada”. Estos apoyos no hacen más que debilitar la institucionalidad del país, en ningún momento la fortalecen si es que este fuese el objetivo con el que dichos espectáculos fueron hechos públicos.
Fue vergonzoso el espectáculo circense en el cual el Presidente recibió el apoyo del alcalde Álvaro Arzú: tal para cual. Desde cualquier punto de vista, insultante para quienes lo vimos, y el llamado desafiante a la violencia. Quiero detenerme aquí, para aclarar que efectivamente, fue a Arzú a quien coyunturalmente le correspondió firmar “La Paz”, pero no es que él haya estado inmerso o realizado esfuerzos en el proceso y que a él se deba haber llegado a la conclusión del Conflicto Armado Interno, que es en realidad lo que sustancialmente se logró.
Debo aclarar que no opino como una simple espectadora, estuve en todo el proceso desde su gestación hasta su firma. Ni Arzú ni su Partido conocían ni profunda ni superficialmente nada de lo que conllevó la negociación de la paz. Digo esto porque si queremos salir del primitivismo, debemos ser responsables de la interpretación histórica que hacemos de los hechos, así como de su abordaje. Hay mucho que aún no ha sido dicho, una parte ha sido escrita desde una ideología que no pretende formar criterio y menos ciudadanía. Es ventajoso tener una población confusa porque es más fácilmente manipulable.
Si al apoyo de Arzú sumamos el respaldo de Joviel Acevedo, la incondicionalidad de Avemilgua, el respaldo de Otto Pérez y su combo, el de la ANAM, y otros que se me escapan, todos ellos temen que llegue el día, a los que no les ha llegado, en que puedan ser juzgados por corrupción o cualquier otro delito. El apoyo brindado por sus ministros no sorprende a ninguno: o le otorgan su incondicionalidad o se van. Para ser Ministro de Estado en este momento se requiere una cualidad indispensable: ¡ser borrego! y si no, recordemos la vergonzosa intervención de la vicecanciller hace unos días.
Es inconcebible lo que está sucediendo en este momento, Jimmy insiste en rodearse de incapaces, además de la ligereza que deja entrever en la toma de decisiones. Podemos afirmar entonces lo que los hechos nos brindan, todos tienen un temor común: Iván Velásquez se constituye en una amenaza, por lo que debe abandonar el país. Es él y no la institución que representa un riesgo, por tanto su partida garantiza la presencia de una CICIG que pudiese ser decorativa como lo fue en el pasado.
Siempre he estado en desacuerdo con la injerencia extranjera, pero en este momento Guatemala debe escoger entre apoyar la corrupción o quedarse con Iván Velásquez, y yo hoy, me quedó con Iván.
Es cierto, nuestro país es un país primitivo que retrocede y acentúa a pasos agigantados la ignorancia en la que ha estado sumida y el desconocimiento de la población en relación a la verdadera problemática del país. Entre un Gobierno incapaz, tanques de pensamiento con intereses muy particulares, medios de comunicación que desinforman, y que, como dije al principio, suponen e imaginan, se genera una enorme confusión que cada día hace más lejana la construcción de una ciudadanía que exija y demande una mayor seriedad en la conducción de la cosa pública.